El BOE lo confirma: el cambio de horario de verano se hará en esta fecha
El país entrará en el horario de verano adelantando los relojes una hora

El cambio de hora se lleva a cabo para aprovechar al máximo la luz solar y reducir el consumo energético.
España se prepara para el primer ajuste horario de 2025. Tal y como recoge el Boletín Oficial del Estado (BOE), durante la madrugada del sábado 29 al domingo 30 de marzo los españoles deberán adelantar sus relojes una hora, pasando de las 2:00 a las 3:00, lo que supondrá que ese día contará con solo 23 horas. Este cambio marca oficialmente el paso del horario de invierno al de verano, una práctica bianual que afecta al día a día de todos los ciudadanos y que sigue rigiéndose por la normativa europea vigente.
La modificación horaria se produce, como es habitual, en plena primavera, coincidiendo con el incremento gradual de las horas de luz solar. Este ajuste está perfectamente alineado con los criterios establecidos por la Unión Europea, que determina la necesidad de sincronizar estos cambios en todos los países miembros para evitar desajustes en las comunicaciones, transportes y operaciones comerciales transfronterizas. El adelanto de los relojes afectará a todo el territorio español, incluidas las Islas Canarias, que mantendrán su diferencia habitual de una hora respecto a la península.
Cabe recordar que este cambio no será el único del año, ya que el regreso al horario de invierno se producirá el último domingo de octubre, cuando los relojes deberán retrasarse una hora. En ese momento, las 3:00 de la madrugada pasarán a ser las 2:00, haciendo que ese día cuente con 25 horas.
La historia detrás del cambio horario bianual
La práctica de modificar los horarios tiene sus raíces en la Primera Guerra Mundial, periodo en el que numerosos países europeos implementaron esta medida como estrategia para optimizar el aprovechamiento de la luz natural y reducir el consumo energético en un contexto de escasez de recursos. En España, esta tradición comenzó a aplicarse de manera regular a partir de 1974, coincidiendo con la crisis del petróleo, aunque previamente ya se había implementado durante periodos específicos.
Según explica el Instituto Geográfico Nacional, el horario de verano introduce un adelanto de 60 minutos respecto al resto del año con el objetivo fundamental de sincronizar las horas de luz solar con la jornada laboral generalizada. De esta forma, se busca maximizar el aprovechamiento de la luz natural, lo que teóricamente conlleva un ahorro energético y beneficios para determinados sectores económicos como el turismo y el comercio.
En las últimas décadas, sin embargo, la justificación de esta práctica ha ido evolucionando. Si bien el ahorro energético fue inicialmente el principal argumento, en la actualidad muchos países europeos mantienen esta sincronización horaria principalmente por motivos de coordinación económica y comercial con naciones vecinas, más que por consideraciones energéticas estrictas.
Impacto del cambio horario en la salud y el bienestar
El debate sobre los efectos del cambio de hora en la salud de la población sigue vigente. Numerosos estudios científicos han señalado que estas alteraciones pueden provocar desajustes en el ritmo circadiano, ese reloj biológico interno que regula nuestros ciclos de sueño y vigilia. Según la Sociedad Española de Neurología, durante la semana posterior al cambio horario se produce un incremento de hasta un 30% en las consultas relacionadas con trastornos del sueño.
"Los cambios horarios afectan particularmente a personas con trastornos del sueño preexistentes, niños pequeños y ancianos", explican los especialistas, que recomiendan adoptar rutinas progresivas en los días previos al cambio para facilitar la adaptación. Los expertos sugieren adelantar gradualmente la hora de acostarse y levantarse unos días antes del cambio oficial, así como mantener horarios regulares de comidas y exponerse a la luz natural durante las mañanas.
Entre los efectos más comunes destacan la somnolencia diurna, la irritabilidad, la disminución de la concentración y, en algunos casos, una mayor propensión a sufrir accidentes de tráfico o laborales durante los primeros días tras el cambio.
Perspectivas futuras: ¿Hacia la eliminación del cambio horario?
La Comisión Europea propuso en 2018 la eliminación de los cambios horarios bianuales tras realizar una consulta pública en la que el 84% de los participantes se mostró favorable a esta medida. Sin embargo, la pandemia de COVID-19 y las diferentes posturas entre los Estados miembros han ralentizado el proceso de toma de decisiones.
El debate principal gira en torno a qué horario debería adoptarse de forma permanente: ¿el de invierno o el de verano? En el caso de España, la situación es particularmente compleja debido a su posición geográfica. Nuestro país se encuentra en la franja horaria GMT+1, la misma que Alemania o Francia, pese a ubicarse más al oeste, lo que provoca que nuestros horarios solares estén desfasados respecto a los horarios oficiales.
Según un informe elaborado por la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, lo más adecuado para España sería mantener permanentemente el horario de invierno y, además, regresar a la zona horaria que le corresponde geográficamente (GMT), algo que también implicaría un profundo cambio en los hábitos sociales y laborales de los españoles.
¿Cómo afecta el cambio horario a diferentes sectores?
El sector del transporte es uno de los más afectados por estas modificaciones horarias. Las compañías ferroviarias, aerolíneas y empresas de autobuses deben realizar ajustes en sus sistemas y horarios para adaptarse a la nueva hora. Renfe, por ejemplo, implementa cada año un protocolo especial para los trenes que circulan durante la madrugada del cambio.
El comercio y la hostelería suelen beneficiarse del horario de verano, ya que las horas adicionales de luz por la tarde favorecen el consumo y las actividades al aire libre. Por otro lado, sectores como la agricultura, que dependen más de los ciclos naturales de luz, pueden experimentar ciertas complicaciones al tener que adaptar sus rutinas a horarios que no coinciden exactamente con los ciclos solares.
En cuanto al consumo energético, los estudios más recientes muestran resultados contradictorios. Si bien en el pasado se asumía que el horario de verano generaba ahorros significativos, las mejoras en eficiencia energética y los cambios en los patrones de consumo han reducido este impacto. Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), el ahorro estimado oscila actualmente entre el 0,5% y el 1% del consumo eléctrico anual, cifras considerablemente menores a las que se manejaban décadas atrás.
Recomendaciones para adaptarse al cambio horario
Para minimizar el impacto del cambio horario en el organismo, los expertos recomiendan seguir algunas pautas sencillas durante los días previos y posteriores al ajuste:
- Adaptar gradualmente los horarios de sueño, adelantando unos 15 minutos la hora de acostarse y levantarse en los días previos.
- Mantener rutinas regulares de alimentación y actividad física.
- Exponerse a la luz natural durante las mañanas para ayudar al reajuste del reloj biológico.
- Evitar el consumo de estimulantes como cafeína o alcohol al menos 4-6 horas antes de acostarse.
- Crear un ambiente propicio para el descanso, con habitaciones oscuras, silenciosas y a una temperatura adecuada.
Estas medidas resultan especialmente importantes para niños pequeños, personas mayores y aquellos con trastornos del sueño preexistentes, quienes suelen experimentar con mayor intensidad los efectos del cambio horario.