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La OCU advierte sobre el omeprazol y los riesgos de su consumo diario

Su uso prolongado aumenta un 12% en cinco años, con riesgos poco conocidos para la salud

Omeprazol.

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El omeprazol y otros inhibidores de la bomba de protones (IBP) han experimentado un incremento del 12% en su prescripción médica en el sistema sanitario español durante el último lustro. Estos medicamentos, ampliamente utilizados para tratar problemas de acidez y reflujo gástrico, están siendo recetados en exceso y consumidos de forma prolongada sin la necesaria supervisión médica, según advierte la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).

El fenómeno resulta especialmente preocupante en pacientes de edad avanzada, quienes frecuentemente inician el tratamiento con IBP como protección estomacal durante la toma de otros fármacos, pero continúan con su consumo indefinidamente tras finalizar la medicación principal. A esto se suma la disponibilidad sin receta de algunos de estos productos en formatos pequeños y dosis bajas, lo que facilita la automedicación incontrolada.

Los especialistas señalan que, contrariamente a su denominación popular como "protectores gástricos", estos fármacos no crean una barrera física en el estómago, sino que actúan reduciendo la producción de ácido mediante el bloqueo del sistema enzimático de la bomba de protones, mecanismo fundamental para la digestión y defensa frente a gérmenes.

¿Qué son exactamente los inhibidores de la bomba de protones?

Los IBP constituyen una familia de medicamentos diseñados específicamente para disminuir la secreción ácida en el estómago. Entre los más conocidos se encuentran el omeprazol, esomeprazol, pantoprazol, lansoprazol y rabeprazol, todos ellos disponibles tanto en formato original como genérico bajo prescripción médica en el sistema nacional de salud.

Algunos IBP pueden adquirirse sin receta, aunque con limitaciones: solo esomeprazol, omeprazol o pantoprazol, en dosis máxima de 20 mg y en envases para tratamientos de 14 días. Esta accesibilidad, aunque conveniente para situaciones puntuales, ha contribuido al uso indiscriminado de estos medicamentos.

Indicaciones correctas para el uso de IBP

Los expertos insisten en que los IBP deben utilizarse exclusivamente en situaciones específicas médicamente justificadas:

  • Tratamiento de úlceras gastroduodenales causadas por medicamentos antiinflamatorios o por la bacteria Helicobacter pylori.
  • Erradicación de infecciones por H. pylori.
  • Tratamiento de la esofagitis por reflujo gastroesofágico y como terapia de mantenimiento en pacientes con esofagitis erosiva grave o esófago de Barrett.
  • Tratamiento del síndrome de Zollinger-Ellison, una patología poco frecuente.
  • Prevención de complicaciones gástricas durante tratamientos prolongados con antiinflamatorios o aspirina en dosis bajas, especialmente en personas con antecedentes de úlceras o mayores de 65 años que combinan estos fármacos con corticosteroides, antiagregantes o anticoagulantes.

Los peligros del uso crónico que muchos desconocen

Aunque durante décadas se han considerado seguros, investigaciones recientes sugieren que el uso prolongado de IBP podría asociarse con efectos adversos potencialmente graves. Más allá de las reacciones comunes como náuseas, diarrea, cefaleas o erupciones cutáneas, estudios observacionales han detectado posibles vínculos con problemas más serios.

Entre los riesgos identificados destacan la insuficiencia renal, infecciones gastrointestinales persistentes, mayor fragilidad ósea con riesgo de fracturas, deficiencias nutricionales por mala absorción de magnesio, hierro y vitamina B12, e incluso posibles asociaciones con diabetes tipo 2 y cáncer gástrico.

Además, estos medicamentos pueden interactuar negativamente con otros tratamientos, potenciando la toxicidad de fármacos como el metotrexato o reduciendo la eficacia de antiagregantes como el clopidogrel, lo que incrementa el riesgo cardiovascular.

¿Es posible dejar de tomar un IBP tras uso prolongado?

La retirada del tratamiento con IBP debe realizarse siempre bajo supervisión médica y de forma gradual. Uno de los principales obstáculos para abandonar estos medicamentos es el fenómeno conocido como "acidez de rebote", cuando el estómago, habituado a la inhibición ácida, reacciona con una producción excesiva al suspender el tratamiento.

Los especialistas recomiendan varias estrategias para la discontinuación: reducir progresivamente la dosis hasta la mínima efectiva, pasar a un uso "a demanda" solo cuando aparecen los síntomas, o sustituirlos por antiácidos convencionales en casos leves.

Complementariamente, adoptar hábitos saludables puede facilitar la transición: mantener una dieta equilibrada, evitar alimentos desencadenantes (alcohol, café, chocolate, especias picantes, cítricos), controlar el peso corporal y distribuir la ingesta en comidas ligeras y frecuentes en lugar de comidas copiosas.

¿Por qué se han popularizado tanto los IBP en España?

El incremento significativo en el consumo de estos fármacos responde a diversos factores. Por un lado, su eficacia en el alivio de síntomas molestos como la acidez o el reflujo los ha convertido en una solución rápida y efectiva. Por otro, la percepción generalizada -errónea según los expertos- de que son medicamentos completamente inofensivos ha favorecido su prescripción preventiva y su uso continuado.

Adicionalmente, el estrés, los hábitos alimentarios irregulares y el envejecimiento poblacional han aumentado la prevalencia de problemas digestivos en la sociedad española, creando una mayor demanda de soluciones farmacológicas para estas dolencias.

¿Qué alternativas existen para problemas digestivos leves?

Para situaciones puntuales de acidez o malestar estomacal leve, los expertos recomiendan considerar opciones menos agresivas antes de recurrir a los IBP:

  • Antiácidos convencionales que neutralizan el ácido ya producido sin interferir en su secreción.
  • Antihistamínicos H2 como la ranitidina, que reducen la producción ácida de forma menos potente que los IBP.
  • Modificaciones dietéticas y posturales, como elevar la cabecera de la cama o evitar acostarse inmediatamente después de las comidas.
  • Técnicas de manejo del estrés, dado su importante papel en los trastornos digestivos funcionales.

¿Cómo detectar si estás tomando omeprazol innecesariamente?

La OCU recomienda revisar el tratamiento con IBP si se cumplen algunas de estas condiciones: llevar más de 8 semanas tomándolo para tratar reflujo o acidez sin diagnóstico preciso; si se inició como protección durante otro tratamiento ya finalizado; si no presenta síntomas graves como dificultad para tragar, pérdida de peso o vómitos con sangre; o si lo toma por molestias digestivas leves que podrían manejarse con cambios en el estilo de vida.

En cualquier caso, siempre debe consultarse con el médico antes de modificar o suspender cualquier tratamiento farmacológico, especialmente cuando se ha utilizado durante periodos prolongados o existe patología digestiva diagnosticada.

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