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Cónclave: el hermético ritual para elegir al nuevo papa

El ancestral procedimiento de elección papal tras la muerte de Francisco combina tradición e historia, desde el aislamiento cardenalicio hasta la famosa fumata blanca que anuncia al mundo "Habemus Papam"

Evandro Inetti/ZUMA Press Wire/d / DPA - Archivo

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El fallecimiento del papa Francisco este lunes a los 88 años de edad coloca a la Iglesia Católica en período de "sede vacante", un paréntesis institucional que concluirá con la celebración del ancestral rito del cónclave. Este ceremonioso proceso, cuyo nombre proviene del latín "cum clave" (bajo llave), constituye una reunión hermética donde los cardenales menores de 80 años se congregan en la Capilla Sixtina para designar al nuevo Sumo Pontífice.

Durante este singular procedimiento, los purpurados permanecen completamente aislados del mundo exterior hasta cumplir su misión de elegir al sucesor de Pedro. El Derecho Canónico establece con precisión que durante la "sede vacante" no se debe innovar en ningún aspecto, respetando escrupulosamente el ritual centenario que ha sobrevivido al paso del tiempo.

El camino hacia el cónclave

Tras confirmarse la muerte papal, la Santa Sede queda temporalmente bajo la autoridad del camarlengo, actualmente el cardenal estadounidense Kevin Farrell. Su primera tarea consiste en convocar a Roma a todos los cardenales para participar en las exequias y organizar el proceso sucesorio que definirá el futuro de la Iglesia.

Los purpurados deberán acordar la fecha exacta del cónclave, que según la normativa vigente debe celebrarse antes del vigésimo día desde la declaración oficial de la "sede vacante". Este plazo permite que los cardenales de todo el mundo puedan trasladarse hasta la Ciudad Eterna.

Un aislamiento con historia

El encierro cardenalicio durante el cónclave no es meramente simbólico. Esta práctica encuentra su origen en 1270, cuando los habitantes de Viterbo —entonces sede pontificia— hartos por años de indecisión, encerraron literalmente a los "príncipes de la Iglesia" hasta que eligieran un nuevo papa. La estrategia resultó efectiva y Gregorio X fue finalmente designado.

El día señalado, los cardenales comenzarán esta jornada histórica con la misa "Pro eligendo papa" en la basílica de San Pedro. Posteriormente, procesionarán entonando el "Veni creator" hasta la Capilla Sixtina, donde frente al impresionante Juicio Final de Miguel Ángel, prestarán juramento. El momento culminante llegará cuando el maestro de ceremonias proclame "Extra omnes" (fuera todos) y cierre las puertas, garantizando total privacidad gracias incluso a inhibidores de frecuencia.

Los electores del nuevo pontífice

A fecha de febrero de 2025, el colegio cardenalicio cuenta con 138 electores, distribuidos geográficamente de la siguiente manera: 54 europeos, 24 asiáticos, 18 sudamericanos, 16 norteamericanos, 18 africanos, 4 centroamericanos y 4 de Oceanía. Esta composición refleja el esfuerzo descentralizador de Francisco, quien a través de diez consistorios incorporó cardenales provenientes de las "periferias" de la Iglesia.

El meticuloso proceso de votación

Actualmente, la elección papal se realiza exclusivamente mediante escrutinio secreto, habiendo quedado abolidos los métodos de aclamación y compromiso. Para que un cardenal sea elegido papa se requiere una mayoría calificada de dos tercios de los votos.

El primer día de encierro se efectúa una única votación, mientras que en las jornadas subsiguientes —si fuera necesario— se realizan dos por la mañana y dos por la tarde hasta lograr el consenso requerido.

Las papeletas y el proceso de votación

El "scrutinium" contará con tres cardenales escrutadores y tres revisores. Cada papeleta, de forma rectangular, lleva impresa la frase "Eligo in Summum Pontificem" (Elijo como Sumo Pontífice), con un espacio en la parte inferior para escribir el nombre del candidato.

El ritual exige que cada purpurado, al depositar su voto, pronuncie el solemne juramento: "Pongo por testigo a Cristo Señor, el cual me juzgará, de que doy mi voto a quien en presencia de Dios, creo que debe ser elegido". Después, colocará la papeleta en un plato y con éste la deslizará en la urna destinada a tal efecto.

El recuento y las famosas fumatas

Completada la votación, comienza el escrutinio. Los cardenales designados leen en voz alta cada papeleta mientras otro anota los resultados y un tercero las perfora con una aguja e hilo, uniéndolas para su posterior quema.

Tras cada votación, las papeletas son quemadas en una estufa especial instalada en la Capilla Sixtina. El color del humo que emerge por la chimenea comunica al mundo el resultado: blanco significa que hay un nuevo papa; negro indica que debe continuar la deliberación. Antiguamente se utilizaban leña o paja para intensificar el color del humo, pero en la actualidad se emplean compuestos químicos para evitar confusiones.

El momento de la aceptación

Cuando finalmente un cardenal obtiene la mayoría necesaria, el decano del Colegio Cardenalicio —actualmente Giovanni Battista Re— le formulará la pregunta decisiva: "¿Aceptas tu elección canónica para Sumo Pontífice?". Si la respuesta es afirmativa, le consultará cómo desea ser llamado durante su pontificado.

Habemus Papam: el anuncio al mundo

Inmediatamente después de aceptar el cargo, el nuevo papa es conducido a la sacristía de la Capilla Sixtina, conocida como la "sala de las lágrimas", donde encontrará tres trajes pontificios de diferentes tallas preparados previamente, dada la imposibilidad de conocer de antemano quién será el elegido.

El acto final consiste en anunciar la elección al mundo. Desde el balcón central de la basílica vaticana, el cardenal protodiácono proclamará la histórica frase "Habemus Papam" (tenemos papa), presentando así al nuevo pontífice, quien impartirá su primera bendición "Urbi et orbi" a la ciudad de Roma y al mundo entero.

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