¿Por qué el nuevo Papa León XIV ha elegido ese nombre?
El nuevo pontífice Robert Francis Prevost escoge un nombre que evoca tradición y reforma social, siguiendo la estela de León XIII, defensor de la justicia social en el siglo XIX

El nuevo Papa León XIV.
El cardenal estadounidense-peruano Robert Francis Prevost, de 69 años, será conocido a partir de ahora como León XIV tras su elección como nuevo Papa. La elección del nombre pontificio constituye la primera decisión significativa de todo nuevo Pontífice, un acto simbólico que revela sus referentes históricos y anticipa posibles líneas de su pontificado. Esta tradición, convertida en práctica casi inquebrantable desde hace más de un milenio, permite entrever las prioridades e inspiraciones del Papa recién elegido.
La denominación "León" tiene un peso considerable en la historia del papado, siendo el cuarto nombre más utilizado por los pontífices a lo largo de la historia, con trece predecesores. Solo le superan Juan (21 papas), Gregorio (16) y Benedicto (15), y empata con Clemente (14). La elección de este nombre por parte de Prevost ha despertado inmediatamente el interés de analistas y fieles, que intentan descifrar qué mensaje envía con esta decisión.
Como primer Papa estadounidense de la historia, su elección marca un hito histórico para la Iglesia católica. Nacido en Chicago, Prevost también ostenta la nacionalidad peruana tras sus años como misionero en dicho país, donde es recordado por su labor con comunidades marginadas y su capacidad para construir puentes entre diferentes sectores de la Iglesia local.
El origen de la tradición de cambiar el nombre papal
La costumbre de adoptar un nuevo nombre al asumir el papado surgió a principios de la Edad Media. El pionero fue Juan II, quien en el año 533 decidió abandonar su nombre de nacimiento, Mercurio, por considerarlo demasiado pagano para quien debía liderar la Iglesia católica. Esta práctica se consolidó con el tiempo, adquiriendo especial relevancia cuando comenzaron a elegirse pontífices no italianos.
La adopción de un nombre latino servía para "universalizar" la figura del Papa, diluyendo sus orígenes extranjeros y favoreciendo su aceptación. También permitía a pontífices procedentes de familias nobles desvincularse simbólicamente de las rivalidades políticas asociadas a sus apellidos, aunque en la práctica estos lazos persistieran.
Desde que se estableció esta tradición, prácticamente todos los papas han cambiado su nombre. Las excepciones son escasísimas: solo Adriano VI (Adriaan Florenszoon Boeyens), entre 1522 y 1523, y Marcelo II (Marcello Cervini), cuyo pontificado duró apenas 22 días en 1555, mantuvieron versiones latinizadas de sus nombres de pila.
Es interesante señalar que algunos nombres están tácitamente vetados. Pedro, por ejemplo, no se utiliza por respeto al apóstol considerado el primer Papa. Otros nombres han quedado marcados por connotaciones históricas problemáticas, como Pío, asociado a pactos con regímenes fascistas en el siglo XX.
Los papas León más destacados de la historia
El nombre León ha sido llevado por algunos de los pontífices más influyentes de la Iglesia católica. El primero, San León Magno (440-461 d.C.), dejó una huella indeleble en la historia por su liderazgo doctrinal y autoridad moral. Uno de sus episodios más célebres fue cuando persuadió a Atila el Huno para que no saqueara Roma en el año 452, un momento histórico inmortalizado por Rafael en uno de sus frescos vaticanos. Su legado teológico le valió ser nombrado Doctor de la Iglesia, uno de los mayores honores eclesiásticos.
Durante el periodo medieval destacaron otros papas con este nombre. León III (795-816 d.C.) coronó a Carlomagno como emperador de Occidente, iniciando siglos de complejas relaciones entre el poder eclesiástico y el monárquico. León IV (847-855 d.C.) fortificó el Vaticano, medida crucial para protegerlo frente a invasiones. Por su parte, León IX (1049-1054) combatió la corrupción y los excesos morales del clero aristocrático.
En el Renacimiento sobresale la figura de León X (1513-1521), segundo hijo de Lorenzo de Médici, "el Magnífico". Su origen burgués y banquero ya resultaba atípico para la época. Su pontificado, caracterizado por la ostentación y el lujo, provocó indignación en figuras como Martín Lutero, contribuyendo al estallido de la Reforma protestante que dividiría para siempre el cristianismo occidental.
León XIII: el precedente más probable para el nuevo pontífice
Los analistas coinciden en señalar que la inspiración más probable para el actual papa es León XIII (1878-1903), último pontífice en usar este nombre hasta hoy. Vincenzo Gioacchino Pecci, su nombre de bautismo, dirigió la Iglesia durante 25 años en una época de profundos cambios sociales e industriales.
Su pontificado está íntimamente ligado a la encíclica "Rerum Novarum" ("Sobre las cosas nuevas"), considerada la piedra angular de la doctrina social de la Iglesia. En este documento, abordó cuestiones como los derechos laborales, las condiciones de los trabajadores y estableció las bases para el papel de la Iglesia en la era contemporánea.
Como explica Veronique Lecaros, doctora en Teología católica por la Universidad de Estrasburgo: "León XIII fue el primer papa en hablar de estos temas, denunció las condiciones inhumanas de los obreros en el capitalismo europeo en el siglo XIX. Esto marcó un hito en la forma de ser Iglesia: interesarse por el sufrimiento, las cuestiones sociales". Y añade: "Hoy las condiciones inhumanas están en otro lado, como en los migrantes".
La elección de este nombre sugiere que el nuevo pontífice podría buscar un equilibrio entre las reformas impulsadas por Francisco y un enfoque más diplomático. Con 69 años, León XIV tiene ante sí la posibilidad de un papado relativamente largo que le permitiría implementar cambios sostenibles.
¿Qué significa este nombre para la Iglesia actual?
La elección del nombre León XIV parece indicar una voluntad de continuidad con los esfuerzos reformistas de Francisco, pero quizás a través de un estilo más pausado y diplomático. El perfil de Prevost, con experiencia misionera en Perú y trabajo con comunidades marginadas, encaja con la preocupación por la justicia social que caracterizó a León XIII.
Este nombre podría simbolizar un deseo de posicionarse como puente entre la tradición y los desafíos contemporáneos, tal como lo hizo León XIII entre el mundo antiguo y la modernidad industrial del siglo XIX. El nuevo papa se enfrenta a retos similares: mantener la relevancia de la Iglesia en un mundo cada vez más secularizado, abordar la crisis de vocaciones sacerdotales y gestionar los escándalos de abusos sexuales que han dañado la credibilidad institucional.
Su doble nacionalidad estadounidense y peruana también podría señalar un enfoque que combine la influencia del catolicismo norteamericano con la vitalidad y los desafíos de la Iglesia latinoamericana, donde reside aproximadamente el 40% de los católicos del mundo.
¿Por qué los papas eligen nombres diferentes al suyo?
La tradición de adoptar un nuevo nombre papal no siempre existió en la historia de la Iglesia. Durante más de cinco siglos, los pontífices utilizaron sus nombres de bautismo. El cambio hacia denominaciones simbólicas respondió inicialmente a motivos prácticos, como simplificar nombres complejos o evitar connotaciones paganas.
Con el tiempo, la elección del nombre se convirtió en una declaración de intenciones. Los papas comenzaron a honrar a predecesores admirados o a señalar líneas de continuidad con pontificados anteriores. Es el caso del papa Francisco, quien explicó que escogió su nombre en honor a San Francisco de Asís, inspirado por su amigo brasileño, el cardenal Claudio Hummes.
La decisión del nombre es también un acto comunicativo hacia el interior y el exterior de la Iglesia. Proporciona pistas sobre las prioridades del nuevo pontificado y establece conexiones históricas significativas para los fieles y observadores.
Los nombres papales más populares en la historia
A lo largo de los dos milenios de historia del papado, algunos nombres han sido particularmente populares. El más utilizado ha sido Juan, elegido por primera vez en 523 por San Juan I. El último en utilizarlo fue Angelo Giuseppe Roncalli, quien se convirtió en Juan XXIII en 1958 y fue canonizado por el papa Francisco en 2014.
El segundo nombre más frecuente es Gregorio, con 16 pontífices, seguido por Benedicto con 15. León y Clemente empatan en el cuarto puesto con 14 papas cada uno. La popularidad de estos nombres refleja la importancia histórica de sus primeros portadores y el deseo de vincular nuevos pontificados con legados venerables.
Es interesante observar que algunos nombres han caído en desuso a lo largo de los siglos, mientras que otros han experimentado revivals en diferentes épocas. La elección de León por parte del actual pontífice recupera un nombre que no se utilizaba desde hace 121 años, estableciendo un puente significativo con la época pre-moderna del papado.