La OCU lo confirma: estos son los errores que todo el mundo comete al utilizar el aire acondicionado y que disparan la factura de la luz
Cuando llega el calor, es habitual activar el aire acondicionado sin pensarlo demasiado, pero hay prácticas erróneas que pueden disparar la factura eléctrica y reducir la eficiencia

Un aparato de aire acondicionado.
Los aparatos de aire acondicionado nos ayudan a soportar mejor el calor, pero hay trucos para sacarles más partido y hay prácticas que es mejor evitar si no queremos que la factura eléctrica se dispare.
Cinco errores habituales en el uso del aire acondicionado
Estos son los cinco errores que los expertos nunca cometerían con su aire acondicionado. Si lo utilizáis regularmente, estos consejos os ayudarán a disfrutar del frescor sin preocuparos más de la cuenta por la factura de la luz.
1. Regularlo a 18 ºC
Cuando llegamos a casa y tenemos la sensación de entrar en un asador, resulta tentador poner el aire acondicionado a una temperatura muy baja para refrescar rápidamente y disfrutar del contraste. Es un error, porque ajustar la temperatura a 18°C no hace que la habitación se enfríe más rápido. El equipo tardará exactamente lo mismo al alcanzar los 24°C, que ya es una temperatura muy agradable, pero después seguirá trabajando para intentar llegar a los 18°C y gastará más electricidad.
Además, si mantenemos el aire acondicionado a la temperatura más baja posible, la casa quedará tan fría en que necesitaremos ponernos un jersey. Cada grado enfriado de más supondrá aumentar un 7% el consumo del aparato, como mínimo, y por lo tanto, la factura.
Para un equilibrio razonable entre coste y confort, lo recomendable es mantener una diferencia de aproximadamente 8°C con el exterior. Si hay 32°C fuera, ajustar el aire acondicionado en torno a los 24°C sería suficiente. Evidentemente, si en el exterior hay más de 40°C, no programaremos el aire a 32°C, pero sí que conviene tener en cuenta las implicaciones de este enfriamiento adicional tanto en la factura como al medio ambiente.
Si lo que buscamos es un enfriamiento rápido, la opción no es bajar la temperatura deseada, sino utilizar las funciones "Turbo" o "Power cool" para refrigeración rápida si el aparato las tiene. Aunque suelen ser ruidosas y pueden ser menos eficientes, son la mejor opción si tenemos prisa para refrescar el espacio.
2. No limpiar nunca los filtros
Si olvidamos mucho las tareas de limpieza, podemos encontrarnos un buen día sin calcetines limpios. Con el aire acondicionado las consecuencias no serán tan evidentes, pero eso no significa que podamos olvidarnos de su mantenimiento.
Limpiar los filtros hará que el sistema funcione de manera más eficiente. Por eso, igual que cuando empieza el frío conviene revisar la caldera, es conveniente hacer una limpieza y revisión anual del aire acondicionado. Un filtro obstruido puede aumentar el consumo de energía entre un 5 y un 15%.
3. Olvidarse de que existen los ventiladores
En un día caluroso, puede ser tentador poner en marcha el aire acondicionado inmediatamente, pero podríamos estar olvidando una opción más simple: el humilde ventilador.
Los ventiladores no sólo son más baratos en el momento de compra, sino también durante su funcionamiento. Utilizar un ventilador a baja velocidad durante diez horas al día durante todo el verano costará menos de 15 euros en total para muchos ventiladores. Y la mayoría podrían funcionar todo el día durante el verano y costarte sólo en torno a 30 euros en electricidad. Por otra parte, un aire acondicionado costará en torno a los 300 euros, dependiendo del tamaño de la unidad.
Es cierto que un ventilador de torre o de pedestal no hará que la habitación sea más fresca, pero puede ayudarte a sentirte más fresco al fomentar la evaporación del sudor de tu cuerpo, cosa que disminuye la temperatura corporal. Los ventiladores de techo también pueden ser muy útiles.
Los ventiladores también pueden utilizarse para mejorar la eficacia del equipo de aire acondicionado. Por ejemplo, un ventilador de techo puede ayudar a mover el aire frío proporcionado por un aire acondicionado (instalado en alto) hacia el área de estar (nivel del suelo), hecho que puede aumentar la sensación de frescor. De hecho, eso incluso podría hacer que establecemos una temperatura más suave y, por lo tanto, ahorramos energía. Estos ventiladores son muy útiles si tenemos un suelo refrescante.
4. Dejar escapar el frío
Para mantener el aire fresco en el interior y el aire caliente fuera, procuramos mantener cerradas las puertas y ventanas y asegurémonos de que ajustan correctamente. Si hay puertas o ventanas que no cierran bien, pongamos ribetes para asegurarnos de que no se pierde el frío. También nos servirán para mantener el calor en invierno.
Como solución temporal, también podemos utilizar toallas para evitar estas corrientes de aire. Por descontado, no es la solución más adecuada y habrá que volver a colocarla cada vez que abrimos la puerta, pero como solución barata y temporal, es definitivamente efectiva.
Y si el aislamiento general de nuestra casa es inadecuado, conviene mejorarlo porque al final ahorraremos dinero y ganaremos comodidad. Además, estas mejoras están ahora subvencionadas. Si necesitamos hacer obras de rehabilitación energética en casa, hay plataformas de servicios integrales que pueden ayudarnos.
5. Poner el aire y el horno al mismo tiempo
Hay electrodomésticos que producen bastante calor, como el horno, la secadora de ropa o la plancha. Si los utilizamos al mismo tiempo que el aire acondicionado, le pedimos un esfuerzo extra a nuestro aparato que hará que consuma más. Así que es una cosa que tenemos que procurar evitar siempre que sea posible.
Por ejemplo, podemos utilizar la secadora por la noche, ya sea encendiéndola cuando nos metemos en la cama o utilizando la función de temporizador para retrasar el ciclo. Así no añadamos calor extra en los momentos de mayor radiación solar.
También podemos utilizar una freidora de aire en lugar de un horno convencional, ya que este tipo de electrodomésticos no calentarán la cocina tanto como un horno tradicional.
Como escoger un aparato de aire acondicionado eficiente
Si evitamos estos errores, no aumentaremos innecesariamente el consumo eléctrico de nuestro aire acondicionado. Pero también es importante que el aparato sea eficiente en su funcionamiento. Si tenemos que adquirir o cambiar un aparato de aire acondicionado, es recomendable consultar comparadores donde encontraremos los precios, características y prestaciones de decenas de aparatos de aire acondicionado.
¿Qué hay que tener en cuenta antes de comprar un aire acondicionado?
Antes de comprar un nuevo aparato de aire acondicionado, tenemos que considerar varios factores importantes. La potencia necesaria dependerá de las dimensiones del espacio a climatizar, la orientación de la vivienda, el aislamiento y el número de personas que viven allí habitualmente. Una regla general es calcular aproximadamente 100 W por metro cuadrado, pero siempre es recomendable consultar con un profesional.
La etiqueta energética es otro elemento fundamental, ya que nos indica la eficiencia del aparato. Los modelos con clasificación A+++ son los más eficientes del mercado y, a pesar de ser más caros inicialmente, suponen un ahorro considerable a largo plazo. También es importante valorar el nivel de ruido, especialmente si el equipo se instalará en dormitorios.
¿Cómo afecta al aire acondicionado a la salud?
El uso prolongado del aire acondicionado puede tener ciertos efectos sobre la salud si no se mantiene adecuadamente. Los filtros sucios pueden convertirse en foco de crecimiento de hongos y bacterias que después son dispersadas por el aire. Eso puede provocar problemas respiratorios, especialmente en personas con alergias o asma.
El contraste térmico excesivo entre el interior y el exterior también puede afectar negativamente a nuestro sistema inmunitario. Los expertos recomiendan no establecer diferencias superiores a los 10°C entre el ambiente exterior y el interior climatizado para evitar choques térmicos.
Además, el aire acondicionado tiende a secar el ambiente, cosa que puede provocar irritación en las mucosas y la piel. Para contrarrestar este efecto, es recomendable mantener un nivel de humedad adecuado mediante el uso de humidificadores o colocando recipientes con agua en las habitaciones.