El valioso legado escondido en un monasterio de Lleida
Combina claustro románico, iglesia gótica y réplicas de sepulcros históricos

El monasterio de les Avellanes está enmarcado en un entorno natural privilegiado.
En el verde manto forestal de la comarca de la Noguera, en Lleida, se conserva uno de los tesoros monumentales de la provincia. El Monasterio de Santa Maria de Bellpuig de les Avellanes se alza como testigo pétreo de más de ocho siglos de historia catalana, un conjunto excepcional que combina valor histórico, artístico y natural en un mismo enclave.
Declarado Patrimonio Histórico y Artístico de Interés Nacional, este complejo monacal de origen medieval sorprende al visitante por su magnífica conservación y la armonía de sus espacios. Sus paredes, que han sido testigo de 850 años de historia, custodian un valioso legado que conecta directamente con figuras clave del pasado catalán, principalmente los Condes de Urgell.
De cueva natural a epicentro cultural del medievo
La fundación del monasterio se remonta al 1 de febrero de 1166, cuando los canónigos regulares premonstratenses establecieron su primera sede en una cueva natural cerca de Vilanova de la Sal. El monje Joan d'Organyà, posteriormente venerado como Sant Cap, es considerado el fundador del primitivo enclave.
Sin embargo, las duras condiciones de vida provocaron su traslado al Valle de Fonts Amenes, donde se ubica actualmente. Ermengol VII, Conde de Urgell, y su esposa Dolça de Foix brindaron su apoyo desde los inicios, estableciendo una relación estrecha entre el linaje condal y la comunidad religiosa que marcaría la historia del conjunto.
La ubicación estratégica del monasterio dentro del Condado de Urgell no fue casual. Construido siguiendo los cánones monásticos medievales, con edificios distribuidos alrededor del claustro bajo la autoridad del abad, pronto alcanzó una importancia que trascendió lo meramente religioso.
Esplendor medieval y vínculo con los Condes de Urgell
Durante los siglos XIII y XIV, Bellpuig de les Avellanes vivió su apogeo. El abad del monasterio llegó a formar parte de las Cortes Catalanas, y la institución desarrolló un papel estratégico en la estructura del Condado de Urgell. Los condes no solo dotaron al monasterio de poderes respaldados por la corona catalanoaragonesa, sino que también eligieron sus muros como lugar de descanso eterno.

Reproducción réplica del sepulcro del vizconde Álvar de Àger en su emplazamiento original en Bellpuig de les Avellanes.
El conde Ermengol X impulsó la mayor transformación del conjunto con la construcción del templo gótico, donde ubicó el primer panteón dinástico de Cataluña. Este espacio funerario albergó al menos cuatro sepulcros góticos que acogieron los restos de diversos condes y vizcondes, piezas de incalculable valor artístico cuyas réplicas pueden admirarse hoy en el monasterio, mientras los originales se conservan en el museo The Cloisters de Nueva York.
El renacimiento ilustrado del siglo XVIII
Tras un periodo de declive, el siglo XVIII trajo un renacimiento cultural al monasterio, convirtiéndolo en uno de los epicentros de la Ilustración en Cataluña. La comunidad religiosa creció con nuevas vocaciones y muchos de sus miembros recibieron formación universitaria, lo que impulsó la investigación y el desarrollo cultural.
La denominada Escuela Histórica de les Avellanes agrupó a monjes considerados impulsores de la historiografía moderna catalana y otras ciencias auxiliares como la archivística, paleografía, diplomática y arqueología. Daniel Finestres, Jaume Caresmar, Jaume Pasqual y Josep Martí destacaron como miembros de esta escuela, responsables de la primera historia del monasterio y creadores de una biblioteca con más de 5.000 volúmenes.
Tesoros arquitectónicos que sobrevivieron al paso del tiempo
Entre los elementos arquitectónicos más destacados del conjunto monacal se encuentra su claustro románico, probablemente construido durante el siglo XIII. Este espacio representa el único claustro completo de una abadía premonstratense en Cataluña y el único claustro románico íntegro en la comarca de la Noguera.
De carácter austero pero de gran belleza, algunos de sus capiteles presentan representaciones esculpidas de gran valor. Tras diversas modificaciones a lo largo de los siglos, fue restaurado en 2016, permitiendo apreciar su esplendor original en armonía con los añadidos posteriores.

Una vista del monasterio.
La iglesia gótica, por su parte, representa la grandeza de un estilo que encontró en este enclave un digno representante. Sus proporciones y la limpieza de sus líneas evocan una espiritualidad que trasciende los siglos y conecta con el visitante contemporáneo.
De seminario marista a destino turístico de primer nivel
La llegada de los Hermanos Maristas en 1910, tras perder su seminario de Barcelona durante la Semana Trágica, marcó una nueva etapa para el monasterio. Durante décadas, el complejo funcionó como casa de formación, experimentando ampliaciones y modernizaciones interrumpidas por la Guerra Civil española.
Tras la posguerra, el monasterio recuperó paulatinamente su esplendor, convirtiéndose en seminario internacional en los años 60. La década de los 70 marcó su apertura a la comarca, con actividades como la Pascua Joven que establecieron una nueva relación entre vida religiosa y territorio.
Actualmente, tras el cierre del seminario marista en 1994, el Monasterio de les Avellanes funciona como un centro abierto que combina el respeto por su legado histórico con servicios de hotel y restaurante, permitiendo a los visitantes disfrutar de la tranquilidad de su entorno natural de bosques y viñedos.
Entorno natural privilegiado
El enclave del monasterio, rodeado por el espectacular paisaje del Montsec, ofrece múltiples posibilidades para los amantes de la naturaleza. El Valle de Fuentes Amenas, zona inmediata al sur del edificio principal, constituye un pequeño valle que se extiende desde Vilanova de la Sal hasta el barranco de Aguilar.
Los visitantes pueden recorrer senderos que atraviesan bosques autóctonos, ascender al Cerro de la Virgen para disfrutar de vistas panorámicas o utilizar las instalaciones del Centro BTT. Esta combinación de patrimonio histórico y natural convierte al Monasterio de Santa Maria de Bellpuig de les Avellanes en un destino completo que satisface tanto a los amantes del arte y la historia como a quienes buscan un contacto directo con la naturaleza.