Monasterio de Avinganya: un tesoro histórico que fue la primera casa trinitaria de la península Ibérica
Escondido a dos kilómetros al sur de Seròs, un pueblo de Lleida

El Monasterio de Avinganya, en Seròs.
El monasterio de Avinganya, situado a dos kilómetros al sur de Seròs, no es sólo un edificio histórico, sino un auténtico testimonio del paso del tiempo en la comarca. Su nombre proviene del señor árabe Yahya Ibn Ganiya, quien en el siglo XI explotaba una fértil finca cerca del río Segre. Después de la conquista de Lleida en 1149, esta propiedad islámica pasó a manos de Pere de Bellvís, quien posteriormente la daría para la creación de la primera casa trinitaria de toda la península Ibérica.
Fue en 1201 cuando San Juan de Mata, fundador de la orden de la Santísima Trinidad, consagró la iglesia que hoy podemos contemplar. La orden trinitaria tenía como objetivo principal la redención de cautivos del Islam, una tarea que, a pesar de su importancia, acabó provocando una grave crisis económica en el monasterio.
Ante esta situación crítica, la familia Montcada, señora del Bajo Segre, asumió la responsabilidad de la fundación religiosa. Un momento especialmente relevante tuvo lugar el 1250, cuando Constanza de Montcada, hermanastra del rey Jaume I, fundó en Avinganya el primer monasterio trinitario femenino de la Península. A partir de aquel momento, los Montcada convirtieron el edificio en su panteón familiar y realizaron importantes modificaciones arquitectónicas.
De la decadencia a la recuperación patrimonial
El siglo XVI trajo una nueva crisis al monasterio, reduciendo la comunidad a sólo dos monjas. Esta situación provocó que la orden trinitaria volviera a instalar una comunidad masculina en el recinto, hecho que comportó nuevas reformas para adaptar el edificio a sus necesidades. Entre estas modificaciones destacan la creación de un noviciado y la construcción del campanario, del claustro y de los edificios laterales, elementos que todavía se conservan y que configuran el aspecto actual de la antigua casa trinitaria.
Los siglos siguientes no fueron amables con este tesoro patrimonial. Durante la guerra del Francés, en el siglo XIX, el monasterio fue completamente destruido. La desamortización de los bienes eclesiásticos de 1835 lo hizo pasar a manos particulares, provocando su abandono y deterioro progresivo. En 1936, la finca y el monasterio fueron subastados como resultado de un embargo por deudas, y fueron adquiridos por 3.333,34 pesetas por Manuel Herrera, abogado que actuaba en nombre de la Comisaría de la Generalitat.
No obstante, la propiedad no se transfirió a la Diputación de Lleida hasta el 14 de marzo de 1940. Décadas más tarde, en 1986, la Diputación y la Generalitat de Catalunya iniciaron el proceso de recuperación de Avinganya, rehabilitando completamente el templo y la mitad del claustro. Paralelamente, el Servicio de Arqueología del Institut d'Estudis Ilerdencs desarrolló un importante proyecto de investigación arqueológica.
Un centro vive de cultura y arqueología
En 1996 marcó un punto de inflexión con la constitución del Centro de Arqueología de Avinganya, adscrito al Servicio de Arqueología del IEI. Desde entonces, este centro ha desarrollado una importante tarea divulgativa dirigida tanto a estudiantes de todos los ciclos educativos como al público general.