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Obesidad: identifican un mecanismo para tratarla sin reducir la ingesta

El IRB de Barcelona identifica en la proteína neuritina 1 un mecanismo capaz de activar el tejido adiposo pardo y acelerar el gasto energético

La obesidad se ha identificado como un importante factor de riesgo para el desarrollo de diversos tipos de cáncer.

La obesidad se ha identificado como un importante factor de riesgo para el desarrollo de diversos tipos de cáncer.Unsplash

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agencias 

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Un equipo internacional de científicos liderado por el Instituto de Investigación Biomédica (IRB) de Barcelona ha descubierto un mecanismo prometedor para combatir la obesidad sin necesidad de reducir la ingesta calórica. El hallazgo, publicado recientemente en la prestigiosa revista 'Nature Communications', se centra en la activación del tejido adiposo pardo mediante la proteína neuritina 1, ofreciendo una aproximación completamente innovadora frente a los tratamientos actuales.

Según los resultados del estudio, la neuritina 1 —una proteína anteriormente asociada principalmente con el sistema nervioso— desempeña un papel crucial en el tejido adiposo pardo, donde funciona como un potente activador del gasto energético y la salud metabólica. A diferencia de los medicamentos actuales contra la obesidad que actúan suprimiendo el apetito, este nuevo enfoque aumenta directamente la quema de calorías sin afectar al consumo de alimentos.

"Al aumentar los niveles de neuritina 1 específicamente en la grasa parda, observamos que los animales quemaban más energía, lo que ha ayudado a prevenir la acumulación de grasa", ha explicado el doctor Antonio Zorzano, colíder del trabajo, profesor de la Universidad de Barcelona e investigador del CIBERDEM, destacando el potencial transformador de este descubrimiento para el tratamiento de una enfermedad que afecta a millones de personas en España.

Cómo funciona la neuritina 1 en el organismo

El mecanismo de acción de la neuritina 1 se basa en su capacidad para estimular la termogénesis, un proceso mediante el cual el tejido adiposo pardo quema energía para generar calor. Este tipo especializado de grasa, a diferencia de la grasa blanca que almacena calorías, está diseñado específicamente para disipar energía, especialmente en respuesta a temperaturas frías.

Para activar este mecanismo, los investigadores utilizaron un vector viral que promueve la sobreexpresión de la neuritina 1 exclusivamente en las células grasas termogénicas. Los resultados fueron notables: se produjo un aumento sostenido de la actividad metabólica sin afectar al consumo de alimentos ni a la actividad física de los animales estudiados, lo que representa una ventaja significativa frente a otros abordajes terapéuticos.

La codirectora de la investigación del IRB Barcelona, Manuela Sánchez-Feutrie, ha subrayado que "estos hallazgos apuntan a la neuritina 1 como un candidato terapéutico prometedor para tratar la obesidad y sus afecciones asociadas, como la diabetes tipo 2 y la enfermedad del hígado graso, a través de un mecanismo que difiere de los enfoques actuales".

Beneficios más allá de la reducción de peso

Los experimentos han demostrado que este impulso metabólico no solo contribuye a reducir el aumento de peso, sino que también genera mejoras significativas en otros indicadores de salud metabólica. Entre los efectos positivos observados destacan una mejor sensibilidad a la insulina y una menor inflamación hepática, incluso en animales alimentados con dietas hipercalóricas.

Además, datos genéticos en humanos han mostrado una correlación entre la neuritina 1 y la susceptibilidad a la obesidad, lo que refuerza la posible relevancia clínica del descubrimiento. Esto sugiere que el mecanismo podría ser aplicable también al tratamiento de la obesidad en personas, aunque aún se requieren estudios adicionales para confirmarlo.

El profesor Rubén Cereijo Téllez, del departamento de Bioquímica y Biomedicina Molecular de la Facultad de Biología en la Universidad de Barcelona, ha destacado que recientes estudios en humanos han demostrado que las personas con mayor cantidad de tejido adiposo marrón tienen un menor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 o enfermedades cardiovasculares, lo que respalda el enfoque terapéutico propuesto.

Comunicación entre tejidos adiposos: una nueva frontera

Uno de los aspectos más innovadores revelados por esta investigación es la posible comunicación entre diferentes tipos de tejido adiposo. Según Cereijo, es "especialmente interesante" la posibilidad de que exista un diálogo entre el tejido adiposo marrón y el blanco, en el cual "el marrón le da al blanco la orden" de movilizar sus reservas para ser quemadas.

Este proceso podría contribuir no solo a reducir el peso corporal, sino también a disminuir los niveles de lípidos y azúcar en sangre, ayudando así a prevenir o contrarrestar diversas patologías metabólicas. "Conseguir activarlo en humanos adultos contribuiría no solo a quemar grasas directamente, sino también a aumentar la comunicación entre tejido adiposo marrón y otros órganos a través de la liberación de batoquinas", ha señalado Cereijo.

La investigación ha sido posible gracias a la financiación de varias instalaciones centrales del IRB Barcelona, como Bioinformática y Bioestadística, Genómica Funcional, Expresión de Proteínas e Histopatología, y ha contado con la participación de colaboradores de instituciones internacionales como el CNRS (Francia), el Instituto Karolinska (Suecia) y la Universidad de Houston (Estados Unidos).

Limitaciones y desafíos para la aplicación en humanos

Pese al entusiasmo generado por estos hallazgos, los propios investigadores han reconocido ciertas limitaciones que deberán abordarse antes de que este enfoque pueda trasladarse a la práctica clínica. En primer lugar, el estudio se ha realizado en modelos experimentales de células y animales, y los humanos adultos disponen de menos tejido adiposo marrón que los ratones en relación con su tamaño corporal.

Además, este tipo de tejido tiende a inactivarse progresivamente con la edad, especialmente en condiciones de obesidad o diabetes, lo que podría limitar su efectividad en determinados grupos de pacientes. Por ello, Cereijo ha subrayado la necesidad de comprobar la regulación de esta molécula y sus niveles en sangre en humanos, tanto sanos como con estas condiciones clínicas.

"Incluso si la neuritina-1 humana hiciese efectivamente dichas acciones, al ser una proteína que debe mantener su estructura compleja para hacer sus funciones, sería complejo comercializarla como tal de manera inyectable, por ejemplo, de modo que la estrategia a seguir sería descubrir exactamente cómo actúa en las células de tejido adiposo marrón y diseñar algún fármaco que simule sus acciones", ha explicado el investigador.

¿Qué es el tejido adiposo pardo o marrón?

El tejido adiposo pardo o marrón es un tipo especializado de grasa que, a diferencia del tejido adiposo blanco (que almacena energía), tiene como principal función la generación de calor. Su color marrón se debe a la alta concentración de mitocondrias ricas en hierro que contiene, las cuales son responsables de su capacidad termogénica.

Este tejido es abundante en recién nacidos y en animales hibernantes, donde juega un papel crucial en la termorregulación. Aunque durante mucho tiempo se pensó que los adultos humanos apenas conservaban tejido adiposo pardo, investigaciones recientes han confirmado su presencia en zonas como el cuello, las clavículas y la columna vertebral, aunque en cantidades menores que en la infancia.

La activación del tejido adiposo pardo se produce principalmente en respuesta al frío y a través de la estimulación del sistema nervioso simpático, que libera noradrenalina. Esta, a su vez, desencadena una cascada de señalización que culmina en la activación de proteínas desacoplantes que transforman la energía química en calor en lugar de ATP, el combustible celular habitual.

¿Cómo podría afectar este descubrimiento al tratamiento de la obesidad?

El descubrimiento del papel de la neuritina 1 en la activación del tejido adiposo pardo podría revolucionar el abordaje terapéutico de la obesidad. Actualmente, los tratamientos farmacológicos más utilizados se centran en reducir la ingesta calórica mediante la supresión del apetito o la disminución de la absorción de nutrientes.

Sin embargo, estos enfoques suelen acompañarse de efectos secundarios indeseables, como malestar gastrointestinal, cambios en el estado de ánimo o, en algunos casos, riesgo cardiovascular. La activación del tejido adiposo pardo representa una estrategia completamente diferente, ya que actúa sobre el otro lado de la ecuación energética: el gasto calórico.

El profesor Jonatan R. Ruiz, director del Instituto Mixto Universitario Deporte y Salud (iMUDS) de la Universidad de Granada, ha coincidido en la "confianza y solidez" de los resultados del estudio, que podría suponer un "punto de partida" para futuras investigaciones en el ámbito de la obesidad y las enfermedades metabólicas, aunque ha subrayado la importancia de tener en cuenta que aún no se sabe si esta proteína tendrá el mismo efecto en humanos.

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