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El Solitario de Windows: la paz mental de las cartas que en realidad era un plan oculto de Microsoft

Detrás del éxito de este juego de cartas había un plano de microsoft que les salió perfecto

El Solitario de Windows: la paz mental en las cartas

El Solitario de Windows: la paz mental en las cartas

Joan Teixidó
Lleida

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¿Tienes un ratito? Si tienes un ratito y estás delante de un ordenador Windows (los buenos), seguro que te podría pasar por la cabeza echar una siesta emocional, un snack temporal, un momento de calma, con una partidilla. Lo que para una generación joven actual significaría cargar el Call Of Duty (o cómo se llame), para otra generación significa hacer una partida al Solitario. Si, amigos de lo vintage, hoy hablo del Solitario. Y es que si tuviste un ordenador entre 1990 y la actualidad (a pesar del cambio de nombre), seguro que perdiste —invertiste— horas delante de un manto verde digital.

El Solitario de Windows, el juego que ha salvado más tardes de lluvia y más mañanas de oficina aburrida que cualquiera otra aplicación de la historia. Detrás de aquellas cartas con reverso de palmeras o de un castillo tenebroso (si éramos muy atrevidos), había un plan maestro de Microsoft. El Solitario no se incluyó a partir del Windows 3.0 para que nos divirtiéramos, sino para enseñarnos a utilizar el ratón. En aquella época, la gente venía de escribir órdenes en una pantalla negra con el sistema operativo MS-DOS. Microsoft necesitaba que aprendiéramos a hacer “arrastrar” (actual drag and drop) sin miedo. Y si, lo aprendimos. Nos hicimos expertos en precisión quirúrgica moviendo a un 7 rojo sobre un 8 negro. Y a toda velocidad porque había un cronómetro que nos puntuaba.

Aunque hay que ser sinceros. Jugábamos para completar la partida y para disfrutar de uno de los efectos más increíbles que nunca el cine ha podido ya no superar, sino igualar: hablo de la cascada de cartas. Un rebote frenético que llenaba la pantalla de rastros de colores, la más parecida a ganar una medalla olímpica desde la silla de aquellos escritorios en bandeja para el teclado y pantalla cuadrada y profunda. Si vuestro ordenador no era lo suficientemente Pentium, la cascada iba a trompicones, pero la satisfacción era más o menos la misma.

El Solitario de Windows contaba también con varias formas de jugar. Si nunca lo explorasteis, había varios niveles de dificultad. Quizás el más tradicional era el que nos permitía sacar una o tres cartas cada vez que girábamos carta. O los niveles de puntuación, que iban del formato estándar al sistema Las Vegas, que restaba cada vez que empezábamos de nuevo o nos permitía un máximo de rondas.

Pero no todo es tan bonito. Como el Solitario iba como una seda, Windows vio una posible forma de obtención de ingresos, en pleno auge del sector de los videojuegos online. Fue entonces cuando decidieron que, con la salida de Windows 8, el Solitario pasara a formar parte de la Microsoft Solitaire Collection, un espacio de juegos de cartas clásicos. Cambió incluso de nombre, para llamarse Klondike. En todo caso, la experiencia es la misma, quizás con algún anuncio en medio de vez en cuando. Y la cascada de cartas indestructible al finalizar el juego.

Hoy, tocando en el 2026, tenemos juegos con gráficos 8K que cada vez parecen más producciones cinematográficas, tiros y movimientos de vértigo. Pero pocos nos pueden dar la paz mental que nos da el hecho de ordenar una baraja de cartas.

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