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Las residencias aseguran que la situación se está estabilizando

Los que han recibido el alta están en una sala distinta de los que aún no.

Los que han recibido el alta están en una sala distinta de los que aún no.ITMAR FABREGAT

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Las residencias de Lleida donde se detectaron los primeros brotes de coronavirus aseguran que la situación ya se está estabilizando y que llevan días sin registrar nuevas muertes ni contagios. En el caso de la residencia de La Pobla de Segur, donde se alcanzó la cifra de 48 infectados y 13 muertos, ya no hay ningún caso activo de coronavirus, según el alcalde, Marc Baró. En cuanto a la residencia de Vielha, donde hubo 4 muertos, la conselhèra de Salut, Maria Vergés, explicó que, “siguiendo los consejos de epidemiólogos, ya ha empezado a desconfinar a los usuarios ya que hace tiempo que no presentan síntomas”.

En la residencia de Almacelles, donde se detectaron 11 casos y hubo 1 fallecido, el alcalde del municipio, Josep Ibarz, aseguró que actualmente ya no hay ningún caso activo en el centro. Asimismo, fuentes de la residencia Joviar, en Lleida, donde almenos hubo 5 muertos, explicaron que “la situación ahora está mucho más calmada, y desde que Salud tomó las riendas y pudimos derivar a los enfermos al hospital podemos atender mucho mejor a todos los ancianos”. En cuanto a la residencia de La Fuliola, la situación se está estabilizando tras dos meses en los que han fallecido 22 usuarios, 11 con Covid-19 y los otros 11 sospechosos. De los 80 tests que hizo Salud el 13 de abril, un 44,7% dieron positivo, aunque la mayoría ya han superado el virus. En el resto del Urgell, tan solo hubo seis positivos en la residencia de Anglesola (uno murió y el resto fueron realojados entre Balaguer –de donde procedían- y Lleida) mientras que las residencias de Tàrrega, Agramunt, Bellpuig, Verdú y Maldà no han registrado, de momento, ningún positivo, hecho que los alcaldes atribuyen a la suerte y a la prevención.

Los usuarios sonríen de nuevo al fin después de reencontrarse tras varias semanas aislados

Los trabajadores han recibido un plus económico por la situación excepcional de la pandemia

La residencia de Àger, en la Noguera, fue el primer centro geriátrico de Lleida en el que se detectaron casos de coronavirus hace ya más de dos meses, concretamente el domingo 15 de marzo. En esta residencia, donde había una treintena de usuarios antes de que empezara la epidemia, tres de ellos fallecieron debido a la Covid-19 y otros dos lo hicieron sin que se les realizara una prueba PCR. Asimismo, hay 15 usuarios que ya han recibido el alta y otros 5 que también enfermaron ya no muestran sintomatología y siguen aislados en una de las alas de la residencia que se habilitó para mantener un control del virus. En la misma línea, hasta 6 empleados de los veinte que habitualmente trabajan en la residencia se contagiaron y tuvieron que cogerse la baja, pero ya todos lo han superado.

“Todo empezó de manera muy rápida, los primeros días fueron los más duros”, explica la alcaldesa de Àger, Mireia Burgués, que añade que “hace ya un par de semanas que el ambiente que se respira es otro, la gente está más tranquila y empezamos a ver las cosas con más optimismo”. Esta residencia se sintió en el punto de mira al ser de las primeras donde se detectaron casos de coronavirus y verse rápidamente al borde del colapso. Cabe recordar que, pocos días después de que se detectara el primer caso, el ayuntamiento inició una campaña en las redes sociales para pedir voluntarios para trabajar en el centro porque gran parte de los empleados tuvieron que ser aislados de manera preventiva, al haber estado en contacto con enfermos y con el fin de evitar nuevos contagios. El llamamiento tuvo muy buena acogida y a las pocas horas mucha gente se había ofrecido para ayudar, tanto enfermeras y gericultores como restauradores del pueblo, que se ofrecieron a llevar las comidas al centro así como a otros vecinos que tuvieron que confinarse en sus casas por precaución o al haber estado en contacto con algún enfermo. “Hemos podido ver la parte más humana de muchísima gente que se mostró dispuesta a colaborar en todo lo que fuera necesario desde el primer momento”, dijo la alcaldesa. Asimismo, cuando se superó la quincena de positivos entre usuarios y trabajadores, el ayuntamiento ordenó el 19 de marzo que las empresas del pueblo detuvieran toda su actividad empresarial a través de un decreto de alcaldía, a excepción de los servicios básicos y la asistencia a animales en las granjas, yendo un paso más allá de las restricciones establecidas en el conjunto de Catalunya y España. El lunes 30 de marzo y después de que así lo solicitara el ayuntamiento, efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME) del ejército llevaron a cabo tareas de desinfección en la residencia, cuando ya una veintena de ancianos habían dado positivo y uno de los primeros residentes que se contagió de la enfermedad había fallecido en el Hospital del Pallars, en Tremp. Otra de las medidas que tomó el ayuntamiento fue la de cerrar todas las fuentes de agua del municipio que funcionan con pulsadores, con el fin de evitar la propagación del virus en las superficies de contacto.

“Desde el primer día extremamos todas las precauciones, teníamos mucho más trabajo de lo habitual y el factor psicológico nos condicionaba mucho”, explica Lucero Padilla, una de las trabajadoras que limpiaba el centro, que añadió que “a medida que la cosa se calmó y recibimos ayuda, las trabajadoras también nos sentíamos más tranquilas”.

“Conocemos a los abuelos desde hace mucho tiempo, por lo que siento mucha satisfacción de haber podido ayudar a que estuvieran lo mejor atendidos posible”, concluyó.

Desde hace ya unos quince días, los ancianos que han superado la enfermedad vuelven a compartir las zonas comunes del centro. Asimismo, los días soleados los usuarios de la residencia salen a tomar el aire al exterior del centro, donde una valla limita el paso al personal ajeno hasta que la conselleria de Salud establezca los protocolos para la vuelta a la normalidad. “Creo que lo peor ya ha pasado, aunque seguimos extremando las precauciones”, explica Montse Domingo, la enfermera del centro, que añade que “estamos contentos de ver a los abuelos sonreír de nuevo al reencontrarse después de tanto tiempo aislados”.

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