El severo maestro republicano de L’Espluga que prometió la libertad

Una bandada de buitres sobrevuela la escuela de Vall-llebrera, donde Josep Civit dio clase quince años. - ARXIU NACIONAL DE CATALUNYA/AYUNTAMIENTO DE SÚRIA
“Solo quedaban vivas cinco personas a las que dio clase en Súria. Si no lo hacíamos ahora ya no podríamos hacerlo”, explica Magda Esquius, psicopedagoga, escritora y autora de Albor: La veu dels nens y nenes de Súria en el temps de la guerra, en el que recoge la peripecia de Josep Civit, un maestro natural de L’Espluga Calba que aplicó en la escuela de la localidad del Bages durante la guerra civil el método Freinet, popularizado en la película El maestro que prometió el mar y que incluía la autoedición de una revista por los escolares.
Con el tiempo, los nueve ejemplares mensuales de esa revista, llamada Albor, impresos de julio de 1937 a junio de 1938 (tres eran dobles) resultaron ser de los pocos documentos históricos que sobrevivieron a la guerra civil en esa localidad.
“Escribieron 86 niños, y lo hicieron de sus sueños, de la escuela, de la vida en la calle y en sus casas”, señala Esquius, quien anota que “eran textos libres. Ponía al niño en el centro del aprendizaje”.
Lo avanzado del método pedagógico, no obstante, convivía en el caso de Civit con un carácter severo. “Mi madre nos contaba que a veces se aprendía una lección pero al verlo en clase se ponía tensa y se le olvidaba”, explica Teresa Sala, hija de Enriqueta Balaguer, una mujer centenaria a la que “el maestro que prometió la libertad” -como se le conocía en Súria- dio clase durante los quince años que estuvo destinado en Vall-llebrera, un núcleo de Artesa de Lleida.
“Era muy innovador y al mismo tiempo muy severo”, recuerda. Esquius, que destaca cómo en Vall-llebrera llegaron a organizar un museo escolar, también destaca esos dos rasgos.
Civit fue condenado a veinte años de prisión en un caso abierto por la denuncia de otro maestro. “Le acusaron de haber pohibido el castellano, lo cual no era cierto porque usaban libros en esa lengua aunque en clase hablaban en catalán. También de adoctrinar a los niños y de usar la revista para eso. Y de obligar a una niña a recitar un poema contra Franco”, expone la autora. “El material acusatorio eran los ejemplares de Albor y el poema”, sin firma, añade.
“Lo condenaron a veinte años por un poema apócrifo que alguien le atribuyó”, apunta Lluís Amat, concejal de Cultura de L’Espluga, donde ayer se presentó el libro.
“Lo que se perdió fue el trabajo pedagógico de esos años, que fue una referencia puntera que ponía al país a la altura de los más avanzados de Europa. Eso se perdió, fue enterrado y el país regresó a una situación de muchos años atrás”, añade.