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La cabra montés volverá a cazarse en el Pirineo un siglo después de su extinción

La reserva del Pallars da los primeros permisos de la historia para abatir 2 animales

Una cabra montés observa una pared de riscos en una zona montañosa.

Una cabra montés observa una pared de riscos en una zona montañosa.

Lleida

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Un cazador de La Guingueta d’Àneu y otro de Vallferrera han sido los destinatarios de los dos primeros permisos que se conceden en el Pirineo de Lleida para cazar ejemplares de cabra montés, una subespecie de la ibérica que quedó extinguida hace un siglo tras haber formado parte desde tiempos inmemoriales de la dieta de sus habitantes.

La cabra montés podrá volver a ser cazada en el Pirineo de Lleida cuando ha pasado más de un siglo desde que la caza indiscriminada provocara su desaparición de ese área y casi cincuenta años desde que abatirla quedara prohibido en toda la cordillera. La Reserva Nacional de Caza Alt Pallars-Aran ha otorgado este otoño dos permisos para cazar otros tantos ejemplares como medida para explorar el control cinegético de esta especie.

Se trata, en la práctica, de los primeros permisos otorgados en la historia para cazar cabras montesas en el Pirineo de Lleida, donde esa posibilidad fue prohibida en 1971, con la entrada en vigor del Reglamento de la Ley de Caza del año anterior. Esa medida llegaba casi medio siglo después de que la especie, tan habitual en las partidas de caza como en la dieta de las familias pirenaicas desde tiempos inmemoriales, se hubiera dado por extinguida. De hecho, el decreto por el que en 1966 se creaban las reservas nacionales de caza ya no incluía su presencia en la de Alt Pallars-Aran ni en las del Cadí o la Cerdanya.

El último reducto de la cabra montés pirenaica, una subespecie de la especie ibérica conocida como íbice y como bucardo en otras zonas, se localizaba más al oeste, en Huesca, sin que sus migraciones se dirigieran a Ponent. El último ejemplar, una hembra conocida como Celia, moría despeñada en el año 2000 en el Parque Nacional de Ordesa. Los intentos de clonar su ADN, una de esas rocambolescas historias de tecnología-ficción por la que tanta querencia muestran algunas administraciones, fracasaron.

Ahora la situación ha cambiado como consecuencia de una combinación de factores. Los gobiernos de Francia, Andorra y España llevan desde 2014 trabajando en la recuperación de la especie (no de la subespecie, que está extinguida) mediante la suelta de ejemplares procedentes del Parque de Guadarrama. Sin embargo, Francia sigue considerándola una especie extinguida, lo que la mantiene fuera de los planes cinegéticos.

Una demografía al alza por la escasez de depredadores naturales y la consecuente búsqueda de territorios propicios para asentarse por parte de algunos de esos ejemplares ha hecho que ahora, una década después de haber sido avistados los primeros ejemplares, haya un centenar de cabras montesas asentadas en el territorio de la Reserva de Caza del Pallars, un volumen que entraña el riesgo de derivar en superpoblación y en generar problemáticas como las consolidadas en Montserrat, Montgrí o Beceite.

La Junta Consultiva, con representación de los consells comarcals del Sobirà, Alt Urgell y Alta Ribagorça, seis ayuntamientos y las sociedades de cazadores, además de organizaciones ecologistas y agrarias y expertos en caza, acordó hace unas semanas ensayar el control cinegético de la cabra montés, siempre con escopetas locales, para modular su expansión.

Un permiso, para un macho viejo catalogado como trofeo, fue otorgado a la sociedad de cazadores de La Guingueta, y el otro, para una hembra, a la de Vallferrera. Un guarda de la reserva acompañará a los cazadores que los reciban y seleccionará el ejemplar.

Pez gordo abate ciervo: el perfil del cazador muta en la montaña

La caza está mutando en el Pirineo en una actividad de lujo en la que confluyen el turismo, el deporte y la mercadotecnia de las experiencias. Las últimas subastas de piezas de caza mayor, especialmente las de este año, dan fe de ese cambio, que tiene dos efectos secundarios principales: el florecimiento de un negocio de escopeteo de alto standing que incluye alojamiento, transporte y gastronomía de gama alta y la progresiva exclusión del cazador local de una actividad tan arraigada en la montaña como las batidas de caza. El resultado de los concursos celebrados este año en Sorpe, entidad menor de Alt Àneu, y en la cabecera del municipio, resultan, en este sentido, paradigmáticos. 

Un alto ejecutivo del Íbex35, Íñigo Meiràs Amusco, CEO de Logista Integral, una empresa de distribución cuyo valor de capitalización bursátil ronda los 3.860 millones de euros tras haberse duplicado en cinco años, ha adquirido, con sendas pujas de 5.617 y 5.317 euros, los derechos para abatir los dos isard o rebecos con categoría de rebeco que ofrecían esos entes locales. Meirás ha adquirido otros tres permisos, uno para abatir un gamo en Sorpe (1.317 €), otro para una hembra en Alt Àneu (1.257) y uno más para un corzo (867) en este municipio. Los isards salían a subasta por 3.700 y 4.000 €, lo que supone aumentos del 51% y el 33%. Mayor es la inflación aplicada por Trophy Hunting Spain, la empresa que gestiona uno de los principales portales de caza, para hacerse con dos trofeos en Alt Àneu: ató por 2.857 € un ciervo que se ofrecía por 1.500 y por 3.317 un muflón que salía por mil: dobló y triplicó la puja. En las subastas de Sorpe participó otro empresario destacado, Manel Jané Camacho, del grupo Jané, centrado en carricoches y sillitas para niños, que se hizo por 1.450 y por 1.150 € con los permisos para abatir un ciervo y una hembra de gamo que se ofrecían por 1.000 y por 700. Un guía de caza profesional, Aitor Cuy, obtuvo por algo más de 2.600 euros dos autorizaciones para ciervos selectivos y por alrededor de 4.000 los de dos muflones.

Portales ofrecen experiencias de caza a 3.500 € sin pieza asegurada

Algunas empresas ofrecen experiencias de lujo como la caza con arco de un isard en el Pirineo de Lleida, a altitudes de 1.500 a 2.500 metros, por 3.500 euros. “Si no se consigue abatir el animal se abonará (por) el día de caza 250 €, el mismo precio que tiene el día extra de caza”, señala la propuesta. La oferta incluye dos jornadas. Hay otras de 2.500 euros con arma de fuego para un macho representativo y de 2.000 para una hembra, en este caso también con arco, que solo incluyen un día. La jornada de caza de gamo sale por 850 €, con un suplemento de 10 € a partir del segundo ejemplar.

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