MOTOCICLISMO
El renacer de un campeón: Después de seis años y seis operaciones, Marc Márquez regresa a lo más alto
El piloto de Cervera conquista su noveno título mundial y amplía una leyenda que parecía completa por las lesiones

➤Márquez gana en la última carrera el sexto título, el quinto en seis años.
No han pasado ni dos meses desde que Marc Márquez volvió a sonreír como aquel joven imparable que revolucionó MotoGP hace más de una década. Cuando cruzó la línea de meta en el circuito de Motegi el pasado domingo 28 de septiembre, Marc no gritó, no levantó los brazos ni lo celebró con la efusividad de otras veces. Solo cerró los ojos, respiró hondo y recuperó la paz. Por su cabeza pasaron infinidad de recuerdos, muchos de ellos de sufrimiento por el calvario por el que había pasado por las lesiones, pero la paz volvía a reinar en su interior. En ese instante, más que un piloto celebrando un título, parecía un hombre reconciliándose con su destino. Habían pasado seis años desde su última corona, seis operaciones –cuatro de ellas en el maltrecho brazo derecho–, meses y meses de rehabilitación y una interminable sucesión de dudas. Pero allí estaba de nuevo, campeón del mundo, dueño otra vez del asfalto y de sí mismo.
Con Ducati, la escudería italiana que le ofreció una nueva vida competitiva, el “93” ha completado un viaje épico plagado de sufrimiento, perseverancia y gloria. Seis años después de su último título, el piloto que muchos habían dado por acabado ha demostrado que la verdadera velocidad está en la mente, no en la máquina. En 2025, Márquez no solo ha ganado un campeonato: ha recuperado su esencia.
Marc Márquez ha vuelto, y lo ha hecho como solo él sabe hacerlo: venciendo, arriesgando, dejando sin aliento a sus rivales y recordándole al mundo que el talento no se opera, aunque el cuerpo haya pasado por el quirófano seis veces en los últimos cinco años. Este 2025 ha sido el año de su renacimiento. Con Ducati, la escudería italiana que apostó por su instinto salvaje, ha completado un círculo que comenzó cuando era apenas un adolescente que soñaba con ser campeón. Seis años después de su último título, tras temporadas marcadas por la frustración y la impotencia, el “93” ha vuelto a ocupar su lugar natural: el número uno del mundo.
Para entender lo que significa este título hay que volver al verano de 2020, a aquel accidente en Jerez que cambió su vida. La fractura del húmero derecho, la primera operación fallida, las infecciones, las recaídas, la pérdida de sensibilidad, el regreso al quirófano sembraron de dudas su futuro. Durante meses, el piloto que había dominado MotoGP con mano de hierro no podía ni levantar un vaso sin dolor. Muchos pensaron que su carrera había terminado. Él mismo lo reconoció después en alguna entrevista: “Hubo momentos en los que no sabía si volvería a pilotar una moto. No ya ganar, simplemente pilotar”. Hasta su abuelo, ‘lo padrí’ como le llama él, le pidió que abandonara, pero él perseveró, y quien persiste, obtiene al final la recompensa.
Y es que el gen Márquez no entiende de rendiciones. En 2023 empezó a mostrar destellos del campeón que fue: adelantamientos imposibles, salidas fulgurantes, esa sonrisa nerviosa en el parque cerrado. A finales de ese año tomó una decisión valiente: abandonar Honda, su casa, la marca con la que había conquistado seis coronas en MotoGP, para pilotar una Ducati, la que por entonces dominaba el campeonato, pero enrolado en un equipo privado, el Gresini Racing, donde volvía a coincidir con su hermano Àlex después de la etapa en Honda. Allí encontró la tranquilidad y la comunión para reinventarse y resurgir.
De allí a pilotar la Ducati oficial esta temporada. Marc Márquez comenzó con cautela, adaptándose a una moto que premiaba la precisión más que la agresividad. Pero pronto encontró el punto exacto: entre la furia y el control. A mitad de campeonato ya lideraba la general para acabar arrasando y conquistando el título cuatro carreras antes de acabar el Mundial. En Motegi fue la culminación de esa transformación. En el país donde ya había logrado tres títulos de MotoGP, selló también el noveno de su carrera. El podio se convirtió en una escena de lágrimas contenidas y abrazos eternos. Aquel domingo el protagonista era solo uno: el hombre que había vuelto de la oscuridad.