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MOTOCICLISMO

Àlex Márquez, un campeón en la sombra

Culmina la mejor temporada de su vida con el subcampeonato del mundo de MotoGP tras un Marc imparable

Marc levanta en brazos a Àlex para celebrar una de sus victorias.

Marc levanta en brazos a Àlex para celebrar una de sus victorias.

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Hay temporadas que no solo se ganan con un título. Hay campañas que se conquistan con algo más profundo: con la confirmación de un camino. Eso es lo que ha vivido Àlex Márquez en este 2025 que no olvidará y que quedará grabado en la historia de MotoGP. Su subcampeonato del mundo, logrado después de una temporada de regularidad y crecimiento, en la que ha sido el único piloto capaz de plantarle cara a su hermano, tiene un valor simbólico que trasciende las cifras. Ha firmado el año de su vida, justo en el mismo curso en que Marc ha arrasado y se ha proclamado campeón del mundo por novena vez. El uno y el dos del campeonato, ambos con el apellido Márquez. Historia pura del motociclismo mundial, que nunca antes había visto a dos hermanos ocupando las dos primeras posiciones en un campeonato mundial.

Àlex ha sido, durante muchos años, un ejemplo de tenacidad silenciosa. Llegó a MotoGP con la presión de un apellido que pesa tanto como la moto que pilota. En cada carrera, en cada curva, en cada entrevista, estaba siempre el eco inevitable de la comparación con su hermano. Pero en este 2025, ese eco se ha transformado en una ovación. Por fin, Àlex Márquez no ha necesitado comparaciones. Su temporada, brillante, madura, perfectamente ejecutada, habla por sí sola.

Su éxito no es fruto de la suerte ni de la mala fortuna de otros rivales, ha sido el resultado de una década de aprendizaje, de caídas, de dudas y de esa fe que solo tienen los que se niegan a rendirse. De pequeño, cuando aún no tenía ese espíritu o gen competitivo que ha hecho grande a su hermano, o todavía no había aflorado, su objetivo pasaba por ser el mecánico de Marc, al que acompañaba en cada carrera junto a sus padres Roser y Julià. A rebufo de un genio, Àlex ha sabido modelarse, aprender de unos de los mejores, pero siempre siendo él mismo y sin importarle las comparaciones inevitables con su hermano, al que tiene como gran referencia.

Desde los primeros grandes premios, el menor de los Márquez mostró una versión más madura y equilibrada. Su capacidad para ser competitivo tanto en mojado como en seco, y su habilidad para adaptarse a las cambiantes condiciones de los neumáticos, le permitieron acumular puntos con consistencia y llegar a liderar el Mundial. Si Marc dominaba con su agresividad habitual, Àlex brillaba con serenidad. Sus tres victorias y doce podios fueron el reflejo de un piloto en plena madurez competitiva, capaz de gestionar la presión sin perder el foco. Aunque no pudo competir por el título con su hermano, Àlex cierra el curso con una sonrisa. Ser segundo del mundo tras su hermano mayor no es un consuelo, sino es la confirmación de que en Cervera nacieron dos campeones destinados a marcar una época. MotoGP, por fin, tiene claro que el apellido Márquez no pertenece solo a uno.

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