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AGRICULTURA

El Urgell afronta la cosecha de pistacho con buenas expectativas

Después de un 2024 en mínimos por la vecería de los pistacheros. El sector destaca que es un fruto seco que se suele caracterizar por la estabilidad del precio

Ramon Boleda destaca la calidad de la producción de pistacho en esta finca de El Tarròs. - LAIA PEDRÓS

Ramon Boleda destaca la calidad de la producción de pistacho en esta finca de El Tarròs. - LAIA PEDRÓS

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Después de que 2024 fuera un año off (sin práctimanete cosecha) según la alternancia natural de los pistacheros, este 2025 se presenta como un ejercicio de buena producción en las fincas del Urgell. La vecería, fenómeno por el cual los árboles frutales alternan cosechas abundantes con otras más escasas, marca de nuevo el calendario agrícola de este cultivo en expansión en Ponent. Ramon Boleda, productor de la comarca, explica que aunque las lluvias de primavera afectaron parcialmente a la polinización —al mojar el polen de las flores—, la previsión sigue siendo positiva: “En las primeras plantaciones, que datan de 2016, podríamos llegar este año a rendimientos cercanos a los 1.500 kilos por hectárea”. A nivel sanitario, la campaña ha sido especialmente favorable. No se han detectado problemas ni del mosquito verde ni de hongos, lo que augura una cosecha “sana”. La recolección se llevará a cabo entre finales de septiembre y el 10 de octubre, en un periodo estimado de entre 15 y 20 días.

Los agricultores destacan la estabilidad del precio. El pistacho se paga de media a unos 6 euros por kilo, aunque en función del rendimiento de cada finca, el abanico puede oscilar entre los 3 y los 10 euros. Esta horquilla hace que el producto se considere relativamente seguro en rentabilidad. Por ahora, los aranceles de Estados Unidos tampoco han impactado de manera significativa, ya que España sigue siendo un país deficitario en este cultivo: apenas produce una parte de lo que consume y la exportación es testimonial, limitada a algunos mercados europeos. Sobre la comercialización, tras la salida del Grup Borges, los productores han abierto nuevas vías de venta en distintas regiones y provincias españolas como Andalucía, Córdoba, Granada, Albacete o La Mancha. Boleda señala que el verdadero reto no es colocar el producto en el mercado, sino garantizar el primer procesado tras la recolección, que requiere instalaciones para secar el pistacho en fresco.

El cultivo en Lleida empezó en la década de 1980, pero experimentó un fuerte impulso a raíz del canal Segarra-Garrigues y del apoyo del Grup Borges, que promovió más de 500 hectáreas en la zona. Hoy, con empresas como Europistachios en Tàrrega, Foment Agrícola de les Garrigues en Maials o proyectos en Aragón, la expansión es evidente y refuerza la dimensión estratégica del cultivo de este fruto seco en las comarcas de interior.

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