ENTREVISTA
Marta Puyuelo Gros, ingeniera agrónoma y Premi Alumni UdL 2025: «Necesitamos una agricultura fuerte para afrontar el futuro»

«Necesitamos una agricultura fuerte para afrontar el futuro» - JORDI ECHEVARRIA
¿Por qué eligió la ingeniería agrónoma como camino profesional?
Mi familia está vinculada con la agricultura y la ganadería. Mi abuelo, al que no conocí, fue ingeniero agrónomo y mi tío también. Además, dos de mis primas empezaban a estudiar Agrónomos por aquel entonces. Yo tenía claro de muy joven que quería ser ingeniera y en el instituto elegí el itinerario de ciencias con este objetivo. Comencé la carrera en otra escuela, porque no pude entrar en la Universitat de Lleida. Ya en segundo curso, hice todo lo posible para trasladar mi expediente a la UdL, porque tenía una muy buena reputación.
¿Era difícil entrar en Lleida?
Las cosas no funcionaban con notas de corte como ahora... Lo verdaderamente duro fue la carrera en sí porque estudiar Agrónomos u otra ingeniería requería muchísimo esfuerzo y vocación. Yo sacaba buenas notas en el instituto, pero fue llegar a la universidad y comprender de qué iba todo esto… [ríe]. Al final, me la saqué en cinco años e incluso me fui a Inglaterra de Erasmus unos meses. Fueron los mejores años de mi vida.
¿Qué significa para usted recibir este reconocimiento?
Obviamente es un honor. Fue una sorpresa cuando me lo dijeron porque una nunca piensa que su carrera pueda ser digna de un premio. Estoy muy agradecida de que se hayan fijado en una ingeniera agrónoma, pues creo que tenemos que dar más visibilidad a esta profesión. Se necesitan muchos profesionales para transformar el sistema agroalimentario y hacerlo más resiliente y sostenible.
Desde el punto de vista de la sostenibilidad alimentaria, ¿vamos por buen camino?
Sí. Yo creo que toda la industria agroalimentaria está trabajando –a diferentes velocidades–, para ser más sostenible en todos los pasos de la cadena de valor para producir menos emisiones, utilizar menos agua y mejorar nuestros envases. Pese a que todavía nos quedan muchísimos retos por delante, hay mucha colaboración en el ámbito de sostenibilidad.
¿Cuáles son los retos para implementar prácticas sostenibles en el sector de la alimentación? Sobre todo, cuando las cadenas de suministro son tan amplias.
Si tomamos como ejemplo PepsiCo, menos del 10% de las emisiones se producen dentro de nuestras cuatro paredes, es decir, en lo que tenemos bajo nuestro control –nuestras fábricas o nuestra flota para la distribución–. El resto de las emisiones, el 90%, se producen aguas arriba o aguas abajo. Imagínate toda la dificultad que conlleva procurar que el agricultor, el que consigue los ingredientes, el que produce el envase, o quien gestiona los residuos lo haga de manera adecuada. Para eso debe haber miles de sinergias y colaboraciones entre todos los actores de la cadena, algo tremendamente retador porque requiere inversiones.
¿Y los consumidores? ¿Qué papel asumen en esta transición?
Muy buena pregunta. En momentos inflacionarios como los que estamos viviendo, pedir al consumidor que pague más es complicado. Sí que le podemos pedir que se informe para que sepa cómo se produce aquello que consumo y que colabore depositando los envases en el contenedor adecuado para que puedan tener una segunda vida. Es esencial que el consumidor tome conciencia.
¿Habrá recursos suficientes en el futuro para alimentar a la población mundial?
Decimos que en 2050 tendremos que alimentar a 9.700 millones de personas. Eso va a ser complicadísimo con un calentamiento global que está impactando sobre todo el sistema agrario, con unos suelos cada vez menos fértiles, con sequías y las aguas torrenciales que estamos viendo estos días. Necesitamos una agricultura muy fuerte para hacer frente a todo lo que se viene. O, más bien, a lo que ya está aquí.
¿Y cómo lo podemos cambiar?
Tendremos que cambiar la forma en la que consumimos, reinventarnos y ser muchísimo más cuidadosos con nuestra manera de utilizar recursos como el agua o la energía. Quizás incluso cambiar el tipo de alimentos por unos que requieran menos superficie de terreno para ser cultivados, por ejemplo. Pero, sobre todo, tenemos que desperdiciar menos, como lo hacían nuestras abuelas, quienes lo aprovechaban todo.
Ha sido presidenta de la Asociación de Snacks durante dos años. ¿Cuáles son sus principales líneas de trabajo?
Queremos defender los intereses del sector. Aunque seamos todos competidores entre nosotros, todos tenemos los mismos intereses: defender la reputación de nuestra categoría, trabajar por la competitividad del sector y que el entorno regulatorio sea adecuado.