Comerse el mundo desde Lleida: Eat the World amplía la carta con más destinos (y más fácil que nunca)
Eat the World con nuevas recetas de Italia, China, Suiza, Turquía, Jamaica y Tailandia y estrena en Lleida el servicio de pedidos con recogida en el local vía web y app

El interior del restaurante Eat the World.
Viajar con el paladar sigue siendo la promesa —y el placer— de Eat the World. El restaurante de Lleida y Mollerusas da un paso adelante con una expedición de sabores que suma nuevos países a la carta: antipasti de Italia para abrir hambre con elegancia; aletas de pato al estilo Pekín (China) con piel crujiente y lacado seductor; fondue suiza de quesos para compartir sin prisas; kofte (Turquía) sazonadas y melosas; pollo jerk (Jamaica) con el punto ahumado y ardiente que engancha, y pad thai (Tailandia), clásico del street-food que entra directo en el podio de favoritos. Seis escalas nuevas para seguir haciendo la vuelta al mundo sin levantarse de la mesa que se añaden a una carta ya cargada de paradas deliciosas como el pollo frito coreano, las hamburguesas americanas o la ternera Strogonoff rusa. Todo ello, fiel a la filosofía de la casa: platos de todas partes con producto de aquí, cocinados con cuidado y proximidad por una familia que ha sabido hacer de los viajes y de la buena comida el corazón del proyecto.
De Mollerussa a Lleida, con más opciones que nunca
El éxito de Eat the World en el Pla d'Urgell llevó a la apertura de un nuevo restaurante en la capital del Segrià, en la avenida del Estudi General, 31, en un espacio que combina la esencia industrial del primer local con un diseño más refinado y cómodo. Las mesas amplias y el globo terráqueo luminoso, que los comensales pueden encender para pedir atención al servicio, convierten cada comida en una pequeña aventura. Pero lo que realmente diferencia Eat the World es el compromiso con la calidad: “La mejor manera de mejorar lo que comemos cuando viajamos es cocinarlo con productos de proximidad”, recuerda Alfonso Medina, una de las cabezas visibles del proyecto familiar. Esta apuesta se ha convertido en el rasgo distintivo de la casa, lo cual se pone de manifiesto tanto en los nuevos platos como en los clásicos que ya han conquistado a los fieles del restaurante.

La fondue suiza.
Las nuevas incorporaciones llegan para quedarse y tienen acento propio. Los antipasti italianos entran en escena como ritual de acogida —bolitas rebozadas con olivas en el interior—, mientras que de China llegan las aletas de pato Pekín, lacadas, aromáticas e irresistibles. La fondue suiza propone una pausa alpina que casa de maravilla con pan y buen humor y las kofte turcas se presentan jugosas, con especies que perfuman el plato sin taparlo. El jerk jamaicano pone el ritmo con marinada picantona y toque de brasa —una de las estrellas que el equipo ya ha empezado a presentar a redes—, así como el pad thai culmina el tramo asiático con el equilibrio dulce-salado-ácido que hace fiesta en cada mis.
Comerse el mundo aquí o llevárselo a casa
La variedad de la carta y la autenticidad de las recetas no serían completas sin un maridaje a la altura. Aquí entra en juego la cerveza artesana de La Vella Caravana, elaborada especialmente para Eat the World, que acompaña cada plato como si fuera una escala más del viaje. Y para los que prefieren llevarse la aventura a casa, llega ahora a Lleida una de las grandes novedades: el servicio de pedidos con recogida en el local. Ya disponible a través de la página web y de la aplicación propia (para Android y Apple), este sistema permite seleccionar los platos, añadirlos a la cesta y escoger la hora de recogida de una manera ágil e intuitiva. En Mollerussa este servicio ya funcionaba con éxito, con opción a domicilio del miércoles al domingo por la noche y cobertura en los municipios vecinos; ahora Lleida se añade con la comodidad de la recogida directa, una manera práctica y flexible de llevar el mundo a mesa sin renunciar a la experiencia Eat the World.

Pollo jerk, un plato originario de Jamaica.
Con más platos, más destinos y más opciones para cada cliente, Eat the World consolida su esencia: un restaurante donde cada visita es un viaje y donde la gastronomía se convierte en un pasaporte para recorrer los diferentes continentes. Ya sea en mesa, compartiendo una fondue suiza con amigos; en casa, con un pad thai recién recogido, o brindando con una cerveza artesana delante de un jerk jamaicano, la experiencia siempre acaba igual: comiéndose el mundo... y, sobre todo, lamiéndose los dedos.