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Un accidente –por fortuna, leve– registrado el viernes por la noche en la LL-11 no provocó el habitual efecto mirón, sino más bien gorrón. Y es que las cajas de cerveza del camión siniestrado que acabaron esparcidas por la calzada fueron muy tentadoras para algunos conductores que pararon para llevarse un particular souvenir con el que alegrar el fin de semana. O quién sabe si para compensar las muchas horas de colapso acumulado tras las últimas protestas de los payeses.

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