El acontecimiento del día
No hay que darle más vueltas. Si hay un momento, televisivamente hablando, que eclipsa a todos los demás, es, sin dudarlo ni un solo instante, el del sorteo de Navidad, habitualmente, salvo excepciones muy puntuales, cada 22 de diciembre. Ese día, España se paraliza, pase lo que pase a su alrededor, para centrar los ojos en el escenario del Teatro Real de Madrid, en sus bombos y en los niños y niñas (que ya son mayoría) de San Ildefonso. De fondo la cantinela, número y premio, que dicho sea de paso, sonaba menor en pesetas que en euros, y con la ilusión de que nos toque. Y sino, ya saben, todos al club de la salud. Reporteros de todas las cadenas de radio y televisión informando al momento y luego desplazamientos de otros compañeros allá donde la suerte ha estado generosa. En la platea disfraces estrafalarios pero que ya son tradición. En este 2025 ha triunfado el del señor vestido como Pepa Pig. Pero lo mejor es ese otro testimonio, otro clásico, del señor/señora, al fondo del bar, mientras corre el cava o la sidra, y su “yo no jugaba, pero me alegro por ellos”.