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Cambio climático: el acuerdo de París entra en vigor

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Si hace unos cuantos años se podía ser más o menos escéptico respecto a la realidad del cambio climático, hoy en día los hechos nos hacen bajar a la realidad. Las inundaciones, las temperaturas anormales para una época del año, el aumento de la temperatura media de la atmósfera desde la revolución industrial y las predicciones de una tendencia a una disminución de los recursos hídricos en la zona mediterránea son muestra de ello. Unos hechos que nos están afectando ya a la vida diaria, a los cultivos y que pueden hacer aumentar la demanda de agua en los sistemas de regadío, entre otros efectos. Desde la agronomía y la ciencia del suelo será necesario investigar y proponer estrategias en función de las características regionales para mitigar y adaptarse al cambio climático. Las previsiones de los científicos vienen de lejos, ya que fue el científico sueco Svante Arrhenius (1859-1927) quien difundió la idea de que las concentraciones crecientes de CO2 en la atmósfera podrían provocar un calentamiento de la temperatura en la superficie terrestre. Cabe destacar que, si bien a lo largo de la historia de la Tierra ha habido una variabilidad natural de los climas, vinculada a la oscilación de la actividad solar y a otros fenómenos, ahora nos enfrentamos a un tipo de cambio climático que está teniendo lugar a una escala de tiempo mucho más corta y que es debida a acciones antrópicas: emisión de gases de efecto invernadero a la atmosfera (anhídrido carbónico, metano, óxidos de nitrógeno, entre otros). No fue hasta el año 1972 que en Estocolmo tuvo lugar la Primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el medioambiente, en la que se dio un primer toque de alarma: todos los seres humanos vivimos en un mismo mundo. El mismo año, el Informe del Club de Roma denominado Los límites del crecimiento establecía que “es imposible un crecimiento infinito con recursos finitos”. La preocupación por el medioambiente ha ido creciendo en la población y en los organismos internacionales: en 1987 la Comisión Brundtland de la ONU introdujo el concepto de desarrollo sostenible; el 1992 tuvo lugar la Cumbre de la Tierra en Rio; en 1997 el Protocolo de Kioto planteó estabilizar les concentraciones de CO2 en la atmosfera fijando objetivos cuantitativos, cuotas de emisión y el CO2 empezó a cotizarse en bolsa. Se estableció que los países en desarrollo no tenían ningún compromiso de disminuir las emisiones para no frenar su desarrollo. Pero no fue hasta el año 1998 en que la ONU creó el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), cuyo objetivo es analizar el calentamiento climático: evaluar la información disponible, definir el impacto y establecer medidas de prevención y de adaptación. Los gobiernos se han ido incorporando al IPCC, de manera que en el año 2000 el IPCC agrupaba ya 198 países. Paralelamente, en Catalunya se ha creado el Grupo de Expertos en Cambio Climático, que en 2005 presentó el Primer Informe sobre el Cambio Climático en Catalunya y en 2015 el Segundo. Estamos frente a un problema global y las soluciones deben ser globales: desde los hábitos de cada persona a las grandes empresas, las industrias y los gobiernos. Con el Convenio marco de 2002 se fijaron las cuotas de gases de efecto invernadero. En los fórums internacionales hay dos posturas enfrentadas: unos defienden la necesidad de disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero, mientras que otros proponen desarrollar sumideros de carbono biosféricos para almacenar las emisiones. Se trata de una fuerte polémica científica y política, ya que hay muchos intereses en juego. Hay quienes afirman que entre el 2040 y el 2050 los sumideros biosféricos estarán saturados. El planteamiento actual es que, a pesar de las incertidumbres y la dificultad de poder disponer de modelos meteorológicos suficientemente fiables, hay que aplicar el principio de precaución y actuar inmediatamente, en lugar de esperar a conocer mejor las causas y los efectos de las acciones humanas sobre el clima. El 12 de diciembre de 2015, en la reunión promovida por la ONU, se adoptó el Acuerdo de París, que constituye una parte esencial de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que promueve la FAO. El Acuerdo de París, que supone un paso más, entra en vigor el día de hoy, 4 de noviembre de 2016. Cabe indicar que, a pesar de que todas estas cumbres internacionales crean en su momento un gran desencanto en ciertos grupos, miradas con una cierta perspectiva temporal, del 1972 al 2016, se puede afirmar que cada una de ellas ha ido introduciendo conceptos y ha promovido acciones e inversiones a escala global. Las cumbres han servido para ir aumentando la concienciación ciudadana y la presión para combatir el cambio climático y poner en marcha medidas e inversiones para alcanzar un futuro sostenible, resiliente y bajo en emisiones de gases de efecto invernadero. Este es el compromiso que han asumido los gobiernos que han firmado dicho acuerdo. Es necesario seguir empujando en esta dirección, teniendo en cuenta que no se trata de un tema estrictamente científico, sino que entran en juego tanto las ciencias sociales como aspectos económicos, jurídicos y políticos.

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