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¿Por qué nos equivocamos?

¿Por qué nos equivocamos?

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Cuida tus pensamientos, porque se transformarán en actos. Cuida tus actos, porque se transformarán en hábitos. Cuida tus hábitos, porque determinarán tu carácter. Cuida tu carácter, porque determinará tu destino, y tu destino es tu vida”. Mahatma Gandhi.

A partir de nuestros hábitos formulamos respuestas automáticas a los problemas que nos presenta la vida. Son como los prejuicios y, cuando se apoderan de nosotros, caer en el error es una consecuencia lógica. Para complicar aún más las cosas, una de las características del ser humano es el hábito de defender sus hábitos, pese a que la realidad demuestre su inconveniencia.

Descartes, con su afirmación “Pienso, existo” planteaba que sólo deben ser aceptadas como verdaderas aquellas ideas que sean claras (ciertamente presentes a la conciencia) y distintas (no confundidas con otras ideas). Así, en busca de una certeza, decidió rechazar como falsa toda afirmación de la que se pudiese dudar.

Cuando elegimos una opción, estamos tomando una decisión. Ello implica un proceso previo de análisis comparativo más o menos complejo, en función de la transcendencia de la elección. En ese proceso intervienen 4 factores: el método, los datos, las distorsiones psicológicas y las distorsiones sociales. El método debería ser objetivo y racional, pero no siempre es así. Bien porque nos dejamos influir por aspectos psicológicos o bien porque no aplicamos un método racional que analice detenidamente cada alternativa. Los datos, a mayor cantidad y calidad de información contemplada para el análisis, mayor probabilidad de acierto tendrán. Ello dependerá de si se eligen los datos relacionados con el problema u objetivo a analizar, o de la capacidad para relacionar multitud de datos con ese objetivo. Es decir, de la habilidad para trazar patrones o asociar ideas. Esta habilidad está directamente relacionada con el razonamiento abstracto, que incluye el razonamiento verbal y el matemático y se puede desarrollar. Las distorsiones psicológicas influyen y son determinantes, pues cada persona analiza para un mismo objetivo diferentes variables, sesgadas por su sistema de atención, sus intereses o preferencias, sistema de memoria, herencia cultural, valores, etc. Todo ello conforma un filtro que hace a cada persona única en su patrón de decisiones y en sus resultados. A cada uno de nosotros nos interesa la información de diferente manera. Puede que nos interese información que podamos contrastar, es decir que sea lógica, o que podamos utilizar, que sea práctica, o que podamos experimentar, que sea vivencial, o que podamos valorar detenidamente, que sea descriptiva. Este será el primer filtro, que permitirá, o no, la entrada de información a nuestro sistema. A partir de aquí, habrá un segundo filtro, el cultural, la experiencia de vida, la educación, los valores, etc., que condicionará la información. Y por último están las distorsiones sociales, que también influyen. Dentro de los grupos las personas nos influimos mutuamente haciendo que ciertas opiniones y puntos de vista predominen sobre otros. La obediencia debida, el temor a disentir, el efecto group thinking o la sanción social son ejemplos de mecanismos de influencia que interfieren en nuestros procesos de decisiones. Ahora ya sabemos por qué nos equivocamos. Para evitarlo, podemos tener en cuenta la teoría del Racionalismo de Descartes y prestar atención a cómo nos influyen datos de tipo psicológico o social, para discernir realidades de ilusiones y no permitirnos contemplar a las segundas en nuestras decisiones.

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