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Afición vs. Vocación

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Aficionarse a algo no requiere un gran esfuerzo. A lo largo de nuestra vida se nos presentan numerosas opciones a las que aficionarnos. Nos aficionamos fácilmente, lo mismo de fácil que nos desaficionamos. Es habitual aficionarnos a coleccionar cualquier tipo de objeto. Yo de pequeño coleccionaba monedas, coleccionaba minerales, coleccionaba cromos, coleccionaba canicas, incluso siendo un poco más mayor me dio por coleccionar cajetillas de tabaco, y eso que no fumaba. Años más tarde mi afición se centró en ir a mercadillos de antigüedades y comprar cosas muy raras. Todas esas aficiones pasaron con el tiempo. Para poder hablar de una afición “con fundamento”, “con solera”, se requiere constancia y continuidad en el tiempo. Ser aficionado es un fenómeno de engagement. Nos enganchamos a algo como un reto que nos aporta motivaciones y nos hace aflorar los sentimientos. ¿Quién de nosotros no se enganchó a alguna de esas colecciones de cromos que hoy ilusionan a nuestros hijos? ¿Recordáis la alegría que nos daba conseguir uno de los cromos que nos faltaban?

Afición y vocación son dos conceptos muy típicos del ámbito del deporte. A los seguidores de cualquier club o equipo deportivo se les llama aficionados. Identificarse con unos colores, vincularse a unos sentimientos, buscar la satisfacción de unas necesidades…todo eso y más, lo encontramos en la afición. La vocación es una afición con trascendencia. Se define como la “inclinación o interés que una persona siente en su interior para dedicarse a una determinada forma de vida o un determinado trabajo”. La vocación está conectada con nuestros valores, con nuestra visión y misión, me atrevería a decir, con nuestro ADN. No es fácil encontrarla y mucho más complicado abandonarla. Dar respuesta a nuestra vocación es como encontrar el mejor de los tesoros. La vocación es considerada como un proceso que se desarrolla durante toda la vida, ya que se construye de forma permanente. Implica descubrir quién soy, cómo soy y hacia dónde quiero ir. Por lo tanto, hay que hacer todo lo posible por identificarla y luego luchar por alimentarla. ¿Ya sabes cuál es tu vocación? ¿Qué haces para desarrollarla?

El deporte es sinónimo de esfuerzo, sacrificio, disciplina. La mayoría de veces nos aproximamos a la práctica deportiva por afición y en algunas ocasiones encontramos ahí nuestra vocación. Lo mismo ocurre en otros ámbitos. En el momento más inesperado puede aparecer aquello que nos apasiona hasta el extremo de ser/hacerlo nuestra vocación. Cuantas más experiencias seamos capaces de vivir, más probabilidad tendremos de encontrarla.

Si la vocación está relacionada con los anhelos y con aquello que resulta inspirador para cada persona, hemos de suponer que la vocación concuerda con los gustos, los intereses y las aptitudes de la persona. Por lo tanto, lo ideal es que cada uno trabajáramos según nuestra propia vocación. Y que vocación y trabajo se fundieran en uno solo. “Sé aquello para lo que has nacido”

Sea cual sea tu vocación, sea cual sea tu trabajo, lucha porque coincidan. Verás qué divertido es. Pep Guardiola nos dejó una frase que resume perfectamente el contenido de este artículo: “La gran suerte que uno puede tener es hacer lo que le gusta. Dar con eso es la esencia de todo.”

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