Liderazgo en una emergencia
(*) CCLO de TalensIA - Talento, Ciencia e Innovación. Profesor asociado de la UdL.
El apagón de nuestras vidas el pasado 28 de abril me hizo reflexionar sobre el liderazgo que se ejerce cuando una emergencia o una crisis sacude la actividad cotidiana.
¿Es posible estructurar una respuesta de antemano? ¿Qué acciones debería incluir el liderazgo en una emergencia o en una crisis? Propongo las siguientes:
Que te vean. Lo primero es estar, aparecer. En situaciones críticas la presencia activa de quien lidera es fundamental para que el equipo salga adelante. Si la persona líder está presente y se explica, en vez de alejarse o aislarse, el equipo tendrá un referente y trabajará con confianza. Es simple pero eficaz: ve por todas partes y comprueba lo que se va haciendo, escucha, resuelve problemas in situ y en el momento para aliviar la presión. Y además de dejarte ver, no muestres pánico ni angustia, ya que también ayudarás a tu equipo al no contagiarles tus miedos.
Explica y explica. En situaciones de emergencia hay que proporcionar informaciones directas y sencillas, hay que comunicar con claridad y brevedad. En una crisis debemos simplificar lo que hay que hacer y definir pasos delimitados y manejables. Y también delegar con claridad, asignando responsabilidades específicas a personas específicas. Demuestra tu confianza en ellos y así tendrán confianza en lo que hagan.
Tienes que decidir. Es muy difícil pero es necesario. No querrías tomar decisiones cuando hay tantos imponderables, te falta información, y además el tiempo apremia. Sin embargo, decidir aún con riesgo a equivocarte será mejor que la indecisión, la indefinición, o peor aún, la parálisis. A veces una decisión no acertada del todo habrá servido para dar dirección y sentido a un equipo en crisis. También es el momento de eliminar barreras burocráticas o pasos innecesarios, y de autorizar a saltarse los procedimientos cuando la situación lo requiera.
Bienestar ante todo. En una emergencia las necesidades básicas se vuelven más importantes, tanto para seguir trabajando como por la entereza psicológica que nos pueden aportar si las podemos satisfacer: beber, comer, descansar un poco. Los líderes velan por su equipo también durante una emergencia, y por eso animan, rebajan la tensión, se alegran por cualquier avance aunque sea modesto. Saben que de su liderazgo y de su ejemplo depende en gran medida que la moral esté alta. Y si es necesario, establecen rutinas o acciones nuevas porque una estructura predecible, aunque sea precaria, contribuye a reducir el caos y la incertidumbre.
Recuperación. Anota o documenta los cambios, quién hace qué, qué decisiones se toman, qué acciones se llevan a cabo. El recuerdo puede fallar, la memoria no es la misma durante y después del estrés. Anota también los cambios a realizar cuando se vuelva a la normalidad. Para mejorar, o para que no vuelva a ocurrir, o para estar preparados. Piensa en procedimientos o rutinas que orienten la respuesta la próxima vez.
Sin duda, aunque no sabemos cuál será la próxima emergencia, sí podemos aprender de lo que hicimos y dotarnos de un esquema de actuación para la próxima crisis.