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Un momento de ‘Òpera a les venes’ el domingo en La Llotja.

Un momento de ‘Òpera a les venes’ el domingo en La Llotja.GERARD HOYAS

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  • Intérpretes: Marta Infante, OJC, Orfeó Lleidatà. 
  • Autores: Verdi, Saint-Saëns y Millet/Giribet, entre otros. 
  • Lugar: Teatre de la Llotja, Lleida, 27 de abril.
  • ★★★★✩

Òpera a les venes es la historia de un milagro, y el milagro llegó el domingo en la Llotja con el aria de Saint-Saëns Mon coeur s’ouvre à ta voix. Estamos hablando de una de las músicas más hermosas jamás escrita. Solo se puede cantar de forma perfecta, y la incomparable Marta Infante la cantó de tal manera que habría que tener la sensibilidad de una piedra para que no se te inundaran los ojos de lágrimas. Hay mezzos en el mundo tan buenas como ella, pero pocas, muy pocas mejores. ¡Qué timbre! ¡Qué musicalidad! ¡Qué manera de cantar! Otro momento conmovedor fue la interpretación de Infante, acompañada solo por el arpa, de la bella melodía de los Goigs a la Verge del Remei escrita por el Lluís Millet bueno. Esa melodía se oyó de nuevo al final con un arreglo muy brillante para mezzo, orquesta y coro de Bernat Giribet, uno de nuestros mejores compositores jóvenes. 

El espectáculo fue muy elegante, de gran finura y delicadeza, con excelente trabajo de los actores percusionistas Santi Serratosa y Jana García y magnífica lectura de Begonya Ferrer del potente texto que relata la milagrosa construcción del Canal d’Urgell con palabras de Francesc Canosa, un hombre que escribe frases a golpe de titulares y construye metáforas que parecen alucinadas y son asombrosamente clarividentes. 

Fue el primer concierto de la OJC con su flamante nuevo director, Xavier Pagès-Corella, y la impresión no pudo ser más buena. Es un hombre perfeccionista, sobre todo en la afinación, que deja volar a los músicos, no les atosiga con el gesto, no les marca el compás como si fueran robots. La orquesta sonó potente, vibrante, delicada, atenta a las necesidades de fiato de Infante. Estuvieron muy bien los coros en un repertorio que no está pensado para cantantes amateurs, sino para profesionales. Eran músicas conocidísimas pero exigentes, con agudos extremos y grandes contrastes dinámicos. 

La lectura del texto, a veces encima de fragmentos musicales, siempre respetó a la orquesta, y viceversa. Vivimos un concierto de nueve con momentos de diez, como ese Coro a bocca chiusa pucciniano en el que el director tuvo el detalle de indicarle al viola Eduard Boleda que se colocara al lado de las contraltos para tocarles la melodía y evitar que perdieran el tono, como si el coro estuviera fuera del escenario, en la banda interna, alejado de la orquesta en un también imaginado foso. Fue otro momento mágico. Otro milagro.

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