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Les ha faltado tiempo a los nuevos dirigentes del PSOE para dejar claras sus intenciones y las ha verbalizado el presidente de la gestora, el asturiano Javier Fernández, al asegurar que una abstención en la votación de investidura de Rajoy no es un apoyo e insistir en que no quiere terceras elecciones por entender que sería lo peor para España y para el PSOE. Un paso adelante ha dado el presidente manchego al relacionar la convocatoria de nuevas elecciones con el intento de romper el PSOE rematado con la advertencia de que presentarían la candidatura más fuerte. Y Rajoy, el gran triunfador de la crisis, se ha permitido el sarcasmo de felicitar al presidente de la gestora y emplazarle a reunirse. Yendo por partes, habría que aclarar que los socialistas no han necesitado el apoyo del PP para destruir el partido, lo han hecho ellos solitos y con una contumacia digna de mejor causa y que el origen de la contienda ha sido, ni más ni menos, que la oposición de Sánchez a favorecer la investidura de Rajoy con la abstención en la segunda vuelta que, supuestamente, le había prometido a Felipe González, el gran factótum, que es quien desató la cacería de Sánchez. Para ello ha contado con la aquiescencia de poderes fácticos que confunden la gobernabilidad de España con sus propios intereses y con el entusiasmo de los presidentes autonómicos dispuestos a mantener sus feudos aunque sea a costa de dinamitar un partido histórico y proporcionarle al gran adversario, quien les ha humillado los últimos cuatro años, la victoria más cómoda y sin que haya tenido que bajarse del autobús. Han ganado los críticos y los barones porque Sánchez ha cometido muchos errores y ha pecado de ingenuidad, pero ahora los nuevos gestores tendrán que asumir las consecuencias de su traición y lo primero que toca es justificar que apoyen la investidura de Rajoy. Intentan convencer de que una abstención no es un apoyo, y olvidan que los apoyos llegan por acción o por omisión y que sin las abstenciones socialistas será imposible que Rajoy pueda conseguir la investidura. Y lo más triste es que al final los socialistas prestarán este apoyo por omisión a Rajoy gratis y sin compensaciones, sin negociar ni conseguir posibles contrapartidas y con el triste consuelo de mantener las poltronas autonómicas porque temen enfrentarse con las urnas después del espectáculo que nos han dado. Pero que tengan claro que abstenerse es apoyar a Rajoy.

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