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Por si las elecciones francesas no se presentaran suficientemente reñidas, el atentado yihadista del jueves introduce un nuevo factor que puede afectar decisivamente a la primera vuelta de las elecciones presidenciales que se celebran mañana porque, según las encuestas, el 30 por ciento de los electores no tenía decidida su opción. Diversos expertos en seguridad consideran que el atentado puede favorecer las opciones de derecha, más a Fillon con su electorado desmovilizado por las denuncias de corrupción, que a Le Pen que ya tenía a todos sus votantes potenciales muy movilizados, pero también hay quien interpreta que si se produce un aumento de la participación, saldrán beneficiados los candidatos de izquierda que insistían ayer en que la amenaza terrorista no puede imponerse a la democracia. En cualquier caso, estamos ante unas elecciones atípicas con cuatro candidatos, Le Pen, Fillon, Macron y Mélenchon, que llegan a la recta final muy igualados y separados por décimas según las encuestas. Unas diferencias que resultarán decisivas teniendo en cuenta que a la segunda vuelta electoral solo pasarán los dos más votados, algo que en el supuesto de que pasara la ultraderechista Le Pen daría juego a extraños equilibrios y podría propiciar la victoria del que mañana quedará segundo. De entrada, hay un descontento general que se traduce en el elevado número de indecisos y en las previsiones de abstención que el atentado puede corregir, pero el viejo adagio de que en la primera vuelta se vota con el corazón y en la segunda con la cabeza puede verse alterado en esta ocasión ante la perspectiva de que sea Le Pen quien pase a la segunda vuelta y fuerce una alianza democrática en torno al segundo candidato aunque sea el izquierdista Mélenchon, que recibiría apoyos de parte de la derecha si su rival fuera la candidata del Frente Nacional, de la misma forma que parte de la izquierda votaría al derechista Fillon o al centrista Macron para evitar la victoria de Le Pen. Ya sucedió algo parecido en 2002 cuando el socialista Jospin quedó fuera y Chirac se impuso en la segunda vuelta al padre de la actual candidata del Frente Nacional, pero ahora el candidato socialista Hamon no parece tener posibilidades cuando su mismo compañero, el exprimer ministro Manuel Valls, anunció que votaría al centrista Macron y hay cuatro aspirantes en liza. El objetivo es frenar a Le Pen, pero la división del voto demócrata le ayuda.

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