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No hace demasiados años, los médicos, sobre todo en poblaciones pequeñas, estaban en la cúspide de la pirámide social, junto con los maestros. Eran profesionales tan necesarios como respetados. ¿Qué ha pasado en unas pocas décadas para que de las 16 plazas de médico interno residente (MIR) de esta especialidad, 10 quedaran vacantes inicialmente en Lleida? No hay una única respuesta, pero desde Salud se han propuesto afrontar el problema y han creado un grupo de trabajo formado por profesionales de este ámbito.

Su principal objetivo es que la medicina familiar y comunitaria vuelva a ser atractiva para los futuros médicos. Para Ramon Piñol, director operativo de los servicios sanitarios del Servei Català de la Salut en Lleida, son “los especialistas en las enfermedades más frecuentes”, por lo que hay que prestigiarlos y mimarlos porque no hay que olvidar que, como destaca Eugeni Paredes, vocal de la Sociedad Catalana de Medicina Familiar y Comunitaria, “somos una piedra angular del sistema porque no puedes ir al especialista si antes no te visita un médico de familia”. Pero también entonan el mea culpa.

La pandemia ha puesto en evidencia las muchas carencias que arrastraba la Primaria, que quedó muy tocada por los recortes anteriores a la crisis sanitaria. Los profesionales “hemos dado la imagen de estar desbordados, de que todo es un desastre”, sin poder incidir en “la esencia” de la profesión, según la directora de Atención Primaria de Lleida, Pilar Vaqué. También reclaman un mayor protagonismo en la universidad y trajes a medida para que los MIR puedan hacer compatible el trabajo con el doctorado.

De momento, desde la Universitat de Lleida se creará la asignatura de Medicina de Familia. Un primer paso muy importante. Eso sí, el equipo de trabajo coincide en que de poco servirán sus propuestas si no se libera a estos profesionales de las muchas horas de papeleo que están obligados a hacer.

Una burocracia que les aleja de la razón de ser del médico de familia, el contacto directo con el paciente. En la lucha contra la despoblación del territorio, los médicos también juegan un papel importante. A nadie se le escapa que cada consultorio médico y cada escuela que se cierra es una condena a muerte para un pueblo.

Más casos, menos gravesEl coronavirus sigue entre nosotros. Se han contagiado más leridanos de Covid-19 en siete meses que en los dos años anteriores de pandemia. Un total de 90.724 personas, el 20% de la población de las regiones sanitarias de Lleida y el Alt Pirineu i Aran, se han infectado.

Eso sí, gracias a las vacunas, los casos han sido mucho menos graves y no han tensionado el sistema sanitario.

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