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La Fira de l’Oli de Les Borges cerró ayer su 60 edición tras multitud de actos para promocionar este producto y la exhibición de los mejores aceites por parte de una treintena larga de productores. El certamen no hizo más que rubricar la importancia del denominado oro líquido para el desarrollo y promoción de una comarca que ha pasado de ser prácticamente desconocida fuera de Lleida hace solo unas décadas a convertirse en un referente de este producto a nivel mundial. Y todo ello teniendo en cuenta las dificultades de esta campaña, afectada por las heladas, la sequía y las altas temperaturas que se ha traducido en un importante descenso de la producción, hecho que, a la vez, ha comportado un aumento de precio, aunque el sector ha asumido en buena parte los sobrecostes para no perjudicar a los clientes.

Dicho esto, cabe señalar que los expositores clausuraron la Fira con más que buena nota, puesto que la altísima demanda dejó incluso a algunos participantes sin producto que vender, lo que refleja la gran aceptación por parte del público. Pero el aceite, el bendito aceite, no solo beneficia a los agricultores que se dedican a este cultivo, sino que también se ha convertido en un verdadero motor económico que ha reactivado otros sectores tanto de Les Garrigues como del Segrià. Así, ayer dábamos cuenta de que, en 8 años, el turismo relacionado con las experiencias gastronómicas, con el aceite y el vino como grandes protagonistas, ha multiplicado las plazas de alojamiento turístico.

Por ejemplo, en este período se ha pasado de una decena de casas rurales a superar el medio centenar, todo un ejemplo del atractivo que supone la producción, tanto oleícola como vinícola. A estos alicientes cabe añadir los relacionados con el patrimonio, como es el caso del yacimiento íbero de Els Vilars d’Arbeca, el conjunto de pinturas rupestres de La Roca dels Moros de El Cogul o la ruta de la piedra seca, estos dos últimos “bendecidos” por la Unesco al ser calificados Patrimonio de la Humanidad. Estos activos deben ser potenciados aún más para atraer a más visitantes y, a ser posible, a más habitantes que ayuden a mantener con vida los núcleos que han perdido población.

Residuos descontroladosToallitas higiénicas, bastoncillos para los oídos, preservativos, tampones, compresas o colillas son residuos que no deberían ser tirados al WC por no ser biodegradables. Sin embargo, la depuradora de Lleida recibió el pasado año un promedio de 727 kilos diarios de estos productos, que dificultan el tratamiento y reutilización de las aguas, a la vez que obturan alcantarillas. Debemos concienciarnos de la importancia del reciclaje y más en épocas como la actual, con un preocupante descenso de las reservas hídricas que, si no llegan las lluvias, irá a más.

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