Hay que dibujar en la tierra mosaicos cortafuegos
La tierra será nuestra si la trabajamos, y si no, será del fuego. Eso vienen a decirnos estos días los expertos tras el trágico incendio de la Segarra. Y esta es la razón por la que los fuegos de hoy, como afirmó en Guissona el presidente Illa, no son como los de hace 20 o 50 años. Porque hace 20 años la tierra se trabajaba más, y hace 50, mucho más. Eso quiere decir que hoy hay mucho más bosque. Demasiado. Y demasiado sucio. Las tierras cultivadas hacían de cortafuegos y rompían la continuidad del combustible. A eso hay que añadir, por un lado, que apenas se trabaja hoy el bosque y, por otro, los efectos del cambio climático. De ese cóctel nacen unos incendios de sexta generación que son capaces de crear pirocúmulos de 14 kilómetros de altura que traspasan la primera capa de la atmósfera y provocan una virulencia nunca vista. A 28 kilómetros por hora avanzó el devastador incendio de la Segarra, la velocidad más alta registrada, al parecer, en toda Europa. Es una barbaridad. Si el fuego se hubiera dirigido hacia Mollerussa, habría llegado a la capital del Pla en una hora, y en ese tiempo habría llegado a Mataró vía Collserola si hubiera comenzado en Castellbisbal. Para que nos hagamos una idea, hay que tener en cuenta que hay fuegos de comportamiento extremo que van a 3 kilómetros por hora, como explicó ayer a SEGRE el profesor de Ingeniería Forestal de la UdL Víctor Resco. Un incendio como el de la Segarra no se puede parar. En esta comarca (y el Urgell, y la Noguera) se concentraron el martes 350 bomberos, tantos como hay de guardia un día normal en toda Catalunya. No es que todos los bomberos de Catalunya estuvieran en la zona, porque en verano hay más dotación y el resto de comarcas no quedaron descubiertas, pero el despliegue fue muy importante. También es muy destacable la capacidad de inteligencia en análisis y estrategias por parte de los Bomberos catalanes, internacionalmente reconocida. Pero no se trata de más o menos medios, ni de más o menos pericia, ni de las dos cosas juntas. Se trata de que nos enfrentamos a unos incendios virulentos capaces de esparcir cenizas en terrazas de la ciudad de Lleida, a 70 kilómetros de la zona del desastre. Eso no se puede parar. Solo se puede dejar morir. O esperar que llueva, que es lo que afortunadamente ocurrió el martes. A no ser que dibujemos en la tierra, trabajándola (es decir, apoyando a los payeses), mosaicos cortafuegos.
Sentencias no ejecutables
La prueba fotográfica que publicamos hoy sobre el deterioro prácticamente inmediato de las pinturas de Sijena si se las desplaza es demoledor. No existe ningún motivo para dudar de que la jueza de Huesca que debe ejecutar la sentencia la tendrá en cuenta.