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Muy tarde y mal, eludiendo responsabilidades propias y culpando a los demás. Así anunció ayer Carlos Mazón su dimisión como presidente de la Generalitat valenciana, un año y cuatro días después de que una dana provocara la muerte de 229 personas en su comunidad mientras él compartía mesa y mantel durante casi cuatro horas con la periodista Maribel Vilaplana en un restaurante. Su marcha estaba cantada después de que fuera duramente increpado por familiares de las víctimas en el funeral de Estado celebrado el pasado miércoles con motivo del primer aniversario de la tragedia. Entonces quedó claro que el PP, su partido, ya no estaba en condiciones de seguir avalando su continuidad por el coste político que representaba. En su comparecencia, Mazón admitió que cometió errores, entre ellos el de no suspender la agenda prevista y mantener la comida. Sin embargo, el grueso de su intervención estuvo dedicado a responsabilizar al Gobierno central y a los organismos estatales de falta de información sobre los posibles efectos de la dana y de falta de ayuda a la reconstrucción. Sobre lo primero, hay que reiterar una vez más que la Aemet había decretado la alerta roja en València por lluvias torrenciales y que la gestión de emergencias corresponde al gobierno autonómico. Y sobre lo segundo, a tenor de las informaciones publicadas hasta ahora, no hay nada que permita concluir que la Generalitat esté destinando más recursos y de una forma más ágil que la administración estatal, sin que esto presuponga que la actuación de la segunda no pueda ser mejorable. También resulta paradójico que afirmara que uno de sus errores fue permitir “que se generaran todo tipo de bulos” por no dar explicaciones “a tiempo”. Lo dice quien después de más de un año todavía no ha aclarado qué hizo exactamente la tarde del 29 de octubre de 2024 antes de acudir a la sede del centro de coordinación de emergencias. No solo eso, sino que ha ofrecido varias versiones y su gobierno incluso ha difundido vídeos manipulados para apoyar alguna de ellas. Por si fuera poco, la declaración de Vilaplana ayer ante la jueza que investiga la gestión de la dana volvió a dejarle en evidencia. La realidad es que Mazón se ha aferrado al cargo hasta que la situación ha sido insostenible para él y para su partido. Ahora que dimite, lo hace en diferido, porque continuará como presidente –cogiendo la baja médica– hasta que PP y Vox pacten el nombre de su sucesor, y no parece tener ninguna intención de dejar su acta de diputado. Por todo esto, resulta contraproducente presentar su renuncia como “una lección” a los que “jamás asumen nada, por muy grave que sea”, en alusión a Pedro Sánchez y el PSOE, como hizo el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. La actuación de Mazón durante el día de la tragedia fue como mínimo negligente y desde entonces ha sido vergonzosa.

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