De la excepción a la norma
De la excepción a la norma. El alcalde Miquel Pueyo tuvo que someterse a una cuestión de confianza al no lograr sacar adelante los presupuestos de 2022. Era la primera vez en la historia reciente de Lleida. El pleno rechazó las cuentas elaboradas por ERC y Junts, ya que el Comú ya había dejado el equipo de gobierno. Pueyo no superó la confianza, pero la oposición, con el actual alcalde, Fèlix Larrosa, a la cabeza, no fue capaz de presentar una moción de censura, y los presupuestos se aprobaron de forma automática. Lo que no había ocurrido en 40 años se repite en 4. Ayer fue Larrosa quien vio cómo la oposición en pleno le tumbaba las cuentas y el último día del año deberá someterse a una cuestión de confianza en el pleno de la Paeria. Como ocurrió en 2021, la moción de censura parece un horizonte improbable, porque debería alinear a fuerzas políticas a priori antagónicas, pero la severa derrota del equipo de gobierno, como sucedió en 2021, perjudica la imagen de estabilidad que hasta ahora ofrecía el PSC, que iba de la mano de Junts en la Paeria. “Me he quedado sin pareja de baile”, reconoció ayer el alcalde Larrosa. La capacidad negociadora del equipo de gobierno queda en entredicho. Sorprende que la oposición esgrima los mismos argumentos que dio el PSC hace cuatro años para no sacar adelante las cuentas del 2022. Y eso no es bueno. Barcelona también aprobó los últimos presupuestos a través de una cuestión de confianza. Parece que lo que nació como un instrumento excepcional para desbloquear situaciones límite se está normalizando como vía ordinaria de gobierno. Y eso es una mala noticia. Los políticos tienen que poner los intereses de la ciudad por encima de las estrategias partidistas y los horizontes electorales. De momento, el último día del año, cuando salga L’Home dels Nassos a recorrer las calles de Lleida, habrá un pleno extraordinario para saber si Larrosa supera la moción de confianza. La cuestión de fondo no es jurídica –el mecanismo es legal y legítimo–, sino política. Cuando el diálogo fracasa de manera recurrente, cuando las negociaciones se sustituyen por ultimátums y los presupuestos se convierten en armas arrojadizas, algo más profundo se está erosionando. La desafección política no surge de la nada.
Indefensión
Somos conscientes de que las molestias que ocasionan las grandes obras son un peaje para avanzar, pero que a las puertas de la Navidad más de 100 casas de L’Horta se queden sin agua porque se ha roto una tubería de las obras de la MAT genera una sensación de indefensión. Hay que supervisar más y mejor los planes de trabajo.