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Las sombras del liderazgo

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El liderazgo natural e innato existe, basta con observar equipos para identificar a aquellas personas que el grupo reconoce y sigue. Aun así, la formación constante es imprescindible en un entorno dinámico. Por otro lado, se presentan oportunidades profesionales que implican liderar, y en ocasiones sin la suficiente preparación para afrontar el reto.

Desarrollar competencias de liderazgo, entendido como aquel conjunto de conocimientos, habilidades y actitudes esenciales, es totalmente posible. Pensar que todo está aprendido es un error. La construcción del liderazgo debe partir del autoanálisis.

En esta primera fase estaría bien abrir un capítulo dedicado a las sombras que acompañan al arte de liderar, aquello que no nos contaron. Identificarlo y gestionarlo puede ayudar a ejercer un liderazgo sostenido y sostenible.La primera sombra aparece con la sensación de soledad. Rodeados de personas, e incluso con un estilo de comportamiento accesible y cercano, se experimentarán momentos de aislamiento tanto en ámbitos formales como informales.

Respetar tiempos y territorios es necesario y mentalmente higiénico. Entender que el grupo necesita espacios propios de desarrollo y autogestión.Lidiar con la “no aceptación”, sombra difícil de gestionar. Ni siquiera los líderes históricamente reconocidos fueron respetados y seguidos por todos.

Desde la dimensión autoliderazgo supone un trabajo de autogestión emocional y digestión, aceptando que tu forma de ser, hacer, o decidir puede no ser compartida por todos los miembros del grupo. La sombra de “mi humildad y la del otro”. Conocer las limitaciones y debilidades propias debería ser una virtud que acompañe al líder; sin autoconocimiento no hay ni crecimiento ni transformación, pero el reto se produce cuando lo que hay que gestionar es la falta de humildad de otros, independientemente de su posición en el organigrama.

El autocontrol y las habilidades comunicativas podrían ser algunas de las herramientas.La tiniebla de la deslealtad y la erótica del poder, entendida esta última como el influjo que genera en algunas personas la autoridad. El concepto lealtad hace referencia a aquella persona que guarda escrupulosamente la fidelidad debida y es incapaz de hacer traición. Un líder debería entrenar la habilidad no solo de detectar e identificar talento, sino también de reconocer a personas con valores.

Cuando las circunstancias implican trabajar con personas en que estos últimos son cuestionables, se precisará pensamiento táctico para valorar qué impacto ejerce sobre el propósito y el grupo.La sombra del apego, en este caso concreto orientada a saber “soltar” sin que ello afecte al grado de compromiso, pero tampoco a nivel emocional. Soltar puestos, proyectos y personas que, como el Guadiana, aparecen y desaparecen: “Nada es para siempre.” Soltar también todo aquello que produce insatisfacción y quedarse con lo positivo. Lo que de verdad permanece es aquello que se construye con esfuerzo, pasión y basado en valores como la ética y la honestidad.

También perdurará la influencia ejercida en la vida de algunas personas. Las relaciones laborales y personales construidas sobre terreno firme son las que perdurarán en el tiempo. La persona líder es una herramienta al servicio de un propósito y del grupo.

Ser un líder humano, pero sin olvidar que se trata de desempeñar una labor. La resiliencia será una de las mejores armas para hacer frente a las sombras. Toni Nadal, tío y entrenador de Rafa Nadal, decía hace pocos días: “Mi sobrino es un campeón, no solo por como le da a la pelota, sino por como afronta los momentos de dificultad.”

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