Glaucoma: Expertos recomiendan un examen ocular anual desde los 40 años
El director médico de Clínica Baviera advierte sobre los daños irreversibles de esta patología y destaca la importancia de las revisiones periódicas para detectarla a tiempo

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Los daños que ocasiona el glaucoma en el ojo son "irreversibles", según ha alertado Gonzalo Muñoz, director médico de Clínica Baviera, quien recomienda someterse a "un examen ocular completo al año a partir de los 40 años". Esta revisión debe incluir no solo la medición de la presión intraocular (PIO), sino también "una revisión del ángulo de drenaje del ojo, un examen del nervio óptico, una prueba de visión periférica y una medición del espesor de la córnea".
"Todas estas pruebas realizadas de forma periódica nos permitirán detectar la enfermedad a tiempo para seguir unas pautas y frenar la pérdida visual", ha subrayado Muñoz con motivo del Día Mundial del Glaucoma que se celebra el próximo 12 de marzo.
Desde Clínica Baviera señalan un dato revelador: hasta el 90% de los casos de ceguera provocados por el glaucoma podrían evitarse mediante una detección temprana que facilite el inicio de un tratamiento para contener su avance.
¿Qué es el glaucoma y cómo afecta a la visión?
El glaucoma constituye una enfermedad ocular caracterizada por la pérdida progresiva de visión como consecuencia de un daño en el nervio óptico, generalmente provocado por un incremento de la presión intraocular. Representa la segunda causa de ceguera en países industrializados, solo superada por la diabetes. La pérdida visual ocurre muy lentamente, afectando primero a la visión periférica, lo que se conoce popularmente como "visión de túnel" o "visión en escopeta".
Aunque las causas exactas no están completamente establecidas, los estudios vinculan esta patología principalmente con la elevación de la tensión intraocular. Otros factores que aumentan el riesgo incluyen la edad avanzada, padecer miopía magna o patológica, tener antecedentes familiares, diabetes, predisposición anatómica o el uso prolongado de esteroides o fármacos vasoconstrictores.
Tipos de glaucoma y su evolución
La progresión del glaucoma varía según el tipo y las características de cada paciente. "El crónico es el que sufren el 80% de los pacientes. Es el más frecuente pero el más peligroso porque la persona no lo nota hasta que tiene una importante y manifiesta pérdida de visión", explica el Dr. Muñoz.
Por otro lado, el glaucoma de ángulo cerrado o estrecho, aunque menos común, presenta síntomas evidentes como dolor ocular intenso, enrojecimiento, disminución visual, cefalea y dilatación pupilar, entre otros. Estos síntomas suelen provocar daños considerables en el campo visual. "En estos casos es muy importante acudir cuanto antes al oftalmólogo ya que se trata de una urgencia que requiere atención médica inmediata", advierte el especialista.
Opciones terapéuticas disponibles
El abordaje terapéutico del glaucoma se personaliza según cada paciente, el tipo específico que padezca, el momento del diagnóstico y su evolución. Desde Clínica Baviera explican que, dado que uno de los principales factores de riesgo en la mayoría de los tipos de glaucoma es el daño al nervio óptico causado por la presión intraocular elevada, los tratamientos suelen enfocarse en controlarla.
"Hay que tener en cuenta que los daños que produce esta patología son irreversibles, por lo que los fármacos que apliquemos servirán para controlar su progresión ralentizando el deterioro progresivo del nervio óptico y la pérdida del campo visual", aclara el Dr. Muñoz.
Habitualmente, la primera línea de tratamiento se basa en medicamentos, principalmente colirios. Si estos no resultan efectivos y la enfermedad continúa avanzando, los especialistas pueden recurrir a intervenciones quirúrgicas orientadas a reducir la producción de humor acuoso o mejorar su drenaje.
El humor acuoso es un líquido transparente ubicado en la parte anterior del ojo que juega un papel fundamental en la presión intraocular. Para mantener una PIO normal (entre 10 y 21 mmHg), su producción y drenaje deben estar equilibrados. Cuando este líquido no se drena adecuadamente o se produce en exceso, aumenta la presión intraocular, lo que puede dañar el nervio óptico y desencadenar el glaucoma.