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¿Qué pasa si bebes vino cada día? Los expertos lo explican

Expertos cuestionan la creencia popular sobre las ventajas de una copa diaria, mientras nuevas investigaciones revelan la compleja relación entre el vino y diversas enfermedades

Una copa de vino tinto.

Una copa de vino tinto.Unsplash

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El consumo de vino, especialmente el tinto, ha sido venerado durante décadas por sus supuestos beneficios para la salud. Sin embargo, recientes estudios científicos están poniendo en duda esta creencia popular. A principios de este año, el Director General de Salud Pública de Estados Unidos publicó un informe que establece una clara conexión entre el alcohol y al menos siete tipos de cáncer, incluyendo el de mama, hígado, colon y esófago, lo que ha generado un intenso debate sobre si realmente existe una cantidad "saludable" de vino que se pueda consumir diariamente.

Durante miles de años, el vino ha formado parte de nuestra cultura. Se produce y consume en prácticamente todas las regiones del mundo, cada una con sus propias variedades, costumbres y tradiciones. A lo largo del tiempo, numerosos estudios han destacado las propiedades antioxidantes y los posibles beneficios del vino para la salud, estableciendo un consenso general de que una o dos copas diarias podían ser beneficiosas. Sin embargo, investigaciones más recientes están cuestionando seriamente esta premisa.

"Se han difundido ampliamente afirmaciones en los medios durante décadas sobre que beber una copa de vino al día es beneficioso para la salud cardíaca. Sin embargo, estas afirmaciones deben abordarse con cautela", explica Michelle Routhenstein, dietista especializada en cardiología preventiva de EntirelyNourished.com. Aunque es cierto que el vino contiene polifenoles (compuestos vegetales con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias), estos no son suficientes para contrarrestar los efectos negativos del alcohol.

La realidad detrás de los antioxidantes del vino

El resveratrol, presente específicamente en la piel de las uvas rojas, ha sido investigado por su posible papel en la reducción del colesterol LDL y la prevención de coágulos sanguíneos. Sin embargo, Routhenstein señala que la cantidad de antioxidantes en el vino puede variar considerablemente, especialmente entre el vino tinto y el blanco. Además, existe una alta probabilidad de que estos compuestos se oxiden y sean menos biodisponibles para cuando te sirves una copa.

"Hasta ahora no hay investigaciones que demuestren un vínculo directo entre una mejor salud cardíaca y el consumo de alcohol", añade Kailey Proctor, dietista registrada certificada en City of Hope Orange County en Irvine, California. "Y es importante señalar que todas las bebidas alcohólicas —incluidos los vinos tinto y blanco, la cerveza y los licores— están vinculadas con el riesgo de cáncer".

Cuando consumimos alcohol, nuestro cuerpo lo metaboliza convirtiéndolo en una sustancia química llamada acetaldehído, clasificada como carcinógeno. "El acetaldehído puede dañar el ADN y contribuir a la formación de tumores, así como a daños celulares y hepáticos", explica Proctor. Este proceso ocurre independientemente de los antioxidantes presentes en la bebida.

¿Cuánto vino es recomendable consumir?

Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) definen el consumo moderado como hasta dos bebidas diarias para hombres y hasta una para mujeres. En el caso específico del vino, una porción equivale a 150 ml. Sin embargo, Proctor advierte que "no existe una cantidad científicamente establecida como segura cuando se trata de consumir alcohol".

Incluso el consumo moderado habitual puede, con el tiempo, afectar la salud cardíaca y el peso. "La ingesta regular de alcohol también puede provocar tolerancia, dependencia y problemas de función hepática, aumentando potencialmente el riesgo de enfermedades hepáticas relacionadas con el alcohol a lo largo del tiempo", señala Routhenstein.

"La realidad es que beber menos es mejor para tu salud, pero no beber en absoluto es lo mejor para tu salud", afirma Proctor. Esto no significa necesariamente que debas renunciar por completo al vino, pero sí que es importante considerar los riesgos potenciales cuando elijas beberlo. "Aunque es poco probable que el consumo moderado de una copa de vino, dos o tres veces por semana, cause daño, no es aconsejable depender del vino para obtener beneficios para la salud", añade Routhenstein.

El vino frente a otras fuentes de antioxidantes

Es importante destacar que incluso consumir menos de una bebida a la semana está asociado con un aumento del 16% en el riesgo de cáncer de mama en mujeres y un incremento del 10% en el riesgo de cánceres relacionados con el alcohol en hombres, según el informe del Director General de Salud Pública de EE.UU.

Disfrutar de una copa de vez en cuando no es necesariamente perjudicial, pero considerar el vino como un alimento saludable resulta engañoso. Los expertos recomiendan obtener los antioxidantes directamente de la fuente: las uvas enteras contienen los mismos polifenoles que el vino y, además, aportan fibra adicional que beneficia al sistema digestivo.

¿Qué alternativas existen para quienes buscan los beneficios sin alcohol?

Para aquellos interesados en los efectos positivos de los polifenoles presentes en el vino pero preocupados por los riesgos del alcohol, existen múltiples alternativas. El zumo de uva 100% natural, especialmente el de uva tinta, contiene resveratrol y otros antioxidantes similares. También se pueden encontrar estos compuestos beneficiosos en alimentos como los arándanos, las moras, el chocolate negro y el té verde.

Los expertos en nutrición sugieren que una dieta equilibrada rica en frutas, verduras, frutos secos y semillas proporciona una gama mucho más amplia y completa de antioxidantes que cualquier bebida alcohólica, sin los efectos secundarios negativos asociados con el consumo de alcohol.

¿Por qué ha persistido el mito del vino saludable durante tanto tiempo?

La asociación entre el vino y la buena salud tiene raíces profundas en nuestra cultura. La paradoja francesa —la observación de que los franceses tienen tasas relativamente bajas de enfermedad coronaria a pesar de una dieta rica en grasas saturadas— contribuyó significativamente a la idea de que el vino tinto podría tener propiedades protectoras para el corazón.

Sin embargo, los estudios más recientes sugieren que esta paradoja podría explicarse por otros factores del estilo de vida mediterráneo, como el consumo de aceite de oliva, pescado, frutas y verduras frescas, así como por diferencias en los sistemas de registro médico entre países.

Además, muchos de los primeros estudios sobre los beneficios del vino tenían limitaciones metodológicas importantes. "Los estudios observacionales que mostraban beneficios cardiovasculares no podían establecer causalidad y no controlaban adecuadamente factores como el nivel socioeconómico, la educación y otros hábitos de salud que podrían explicar los resultados", explica Routhenstein.

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