Guissona luce su tradicional Enramada

Bajo un sol de justicia y unos termómetros rozando los 38 grados, Guissona revivió ayer domingo a mediodía una de las tradiciones más ancestrales de este municipio de la Segarra, la Enramada de Corpus. Los protagonistas de la fiesta fueron, como es habitual, los más pequeños de la localidad que llevaron su ofrenda desde la iglesia de Santa Maria hasta les Fonts del Poble para rendir homenaje a la Mare de Déu de la Salut, que preside este espacio.

Primero los pequeños llevaron sus ofrendas hasta la iglesia para que fueran bendecidas en el transcurso de la misa. Como marca la tradición, los niños transportaron bandejas engalanadas de colores y en el centro su ofrenda, cocas de azúcar, que tras la presentación a la Virgen se repartieron entre los numerosos asistentes, aunque este año había menos de lo habitual por el fuerte calor (Catalunya vivió ayer la segunda jornada de la primera ola de calor de este verano). Por su parte, las niñas llevaron cestas de mimbre adornadas con pétalos de flores y papeles de colores.

Al llegar toda la comitiva a la fuente, las pequeñas hicieron volar los pétalos y los papeles por encima de las cabezas del público llenando las fuentes de color bajo la atenta mirada del público y de numerosas cámaras que quisieron inmortalizar el momento.

Durante el itinerario entre la iglesia y les Fonts y els Safareigs de Guissona, los Enramaires estuvieron acompañados por cuatro gigantes, entre los que había el Piteu y la Llúcia, las Arquets de Tàrrega, que previamente ofrecieron una demostración en la plaza Major, y la Cobla Vents de Riella, que también fue la encargada de amenizar las sardanas con las que se puso fin a la fiesta.

Los Enramaires dedicaron toda una semana previa a preparar la presentación de las bandejas y las cestas de mimbre.