Una 'capilla sixtina' y panteones reales: el monasterio cartujo que guarda imponentes tesoros
La Cartuja de Santa María de Miraflores posee sepulcros alabastrinos únicos en el mundo

La Cartuja de Santa María de Miraflores está edificada en una loma conocida como Miraflores, situada a unos tres kilómetros de la ciudad de Burgos.
A pocos kilómetros del bullicio urbano de Burgos, entre las onduladas colinas del parque de Fuentes Blancas, se alza un tesoro artístico que muchos españoles desconocen pero que deslumbra a quienes cruzan sus puertas. La Cartuja de Santa María de Miraflores, reconocida por la UNESCO en 2015 como parte del Patrimonio Mundial ligado a los Caminos de Santiago, representa uno de los conjuntos monásticos góticos más impresionantes de España.
Este monasterio, habitado aún hoy por monjes cartujos que mantienen viva la tradición iniciada por San Bruno en 1084, alberga auténticas maravillas del arte sacro tardogótico español que muchos expertos comparan con algunas de las obras maestras del Renacimiento italiano. Su ubicación privilegiada, a tan solo 3 kilómetros al este del centro histórico de Burgos y al sur del río Arlanzón, lo convierte en una visita imprescindible para los amantes del arte y la historia.
Fundado como panteón real por iniciativa de los Reyes Católicos, el monasterio cartujo ha resistido el paso de los siglos conservando intactos sus impresionantes sepulcros alabastrinos y retablos policromados que son considerados obras cumbres del gótico español. Un recorrido por sus estancias nos transporta a los momentos cruciales en que España transitaba de la Edad Media al esplendor renacentista.
Un panteón real de alabastro único en el mundo
La joya indiscutible del conjunto monástico son los sepulcros reales, encargados por Isabel la Católica al maestro Gil de Siloé en 1489. Estas monumentales obras funerarias están consideradas la máxima expresión del arte gótico sepulcral en toda Europa. El sepulcro de los reyes Juan II e Isabel de Portugal, padres de la reina católica, presenta una extraordinaria forma estrellada y se ubica estratégicamente frente al altar mayor.
Junto a este monumento funerario principal, en una hornacina lateral se encuentra el del infante Alfonso, hermano menor de Isabel. Ambos sepulcros, realizados en alabastro de excepcional calidad, presentan un nivel de detalle y perfección técnica que asombra incluso a los expertos en arte medieval. Las figuras yacentes y los bajorrelieves que decoran estos monumentos muestran un virtuosismo técnico que anticipa las formas renacentistas que estaban llegando a España desde Italia.
La historia del recinto como lugar de descanso para la realeza española continuaría en los años posteriores. El 25 de septiembre de 1506, tras el fallecimiento en Burgos del rey Felipe I, esposo de Juana I de Castilla, su cuerpo fue depositado temporalmente en la Cartuja de Miraflores, donde ya reposaban otros familiares de la reina Isabel la Católica, reforzando así el carácter real del conjunto monástico.
La "Capilla Sixtina" burgalesa que sorprende a los visitantes
Uno de los espacios que más impacta a quienes visitan la Cartuja es la conocida como Sala de Miraflores, una capilla que muchos comparan con la célebre Capilla Sixtina del Vaticano. Esta estancia dedicada a Nuestra Señora de Miraflores alberga impresionantes pinturas murales del siglo XVII de estilo barroco que cubren por completo paredes y techos, creando un efecto envolvente de extraordinaria belleza.

La Sala de Miraflores.
Los frescos, ejecutados con maestría por artistas de la escuela castellana, representan escenas religiosas y alegóricas que transforman el espacio en un universo simbólico de gran complejidad iconográfica. La luz que penetra por los ventanales góticos realza los colores y dota a la sala de una atmósfera mística que evoca la espiritualidad profunda característica de la orden cartuja.
A diferencia de otros conjuntos monásticos españoles, la Cartuja de Miraflores ha mantenido gran parte de su patrimonio artístico original en su ubicación primigenia, lo que permite al visitante experimentar estos espacios tal como fueron concebidos hace más de cinco siglos.
La nave central: un prodigio de arquitectura gótica
El acceso a la iglesia se realiza a través de un sobrio atrio de entrada decorado con las armas del Reino de Castilla en sus esquinas. La nave central del templo constituye un perfecto ejemplo del gótico isabelino español, con su bóveda estrellada que parece flotar sobre el espacio sagrado. La distribución del templo, con una sola nave flanqueada por capillas laterales y rematada por un ábside poligonal, responde al modelo característico de las iglesias monásticas de la época.
La portada occidental, ejecutada también en estilo gótico isabelino, muestra los escudos de los fundadores reales y presenta una decoración de extraordinaria finura. La iluminación natural que penetra a través de los altos ventanales crea efectos lumínicos que varían a lo largo del día, dotando al espacio de una cualidad casi mística que potencia la experiencia contemplativa.
En 2025, casi dos décadas después de su inclusión en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, la Cartuja de Miraflores continúa siendo uno de los ejemplos más destacados de la arquitectura gótica española, complementando perfectamente la monumental Catedral de Burgos y consolidando a esta ciudad castellana como uno de los focos más importantes del gótico europeo.
La vida contemplativa de los cartujos en pleno siglo XXI
Lo que hace verdaderamente único este espacio es que, a diferencia de muchos otros monasterios históricos españoles, la Cartuja de Miraflores sigue siendo un centro de vida contemplativa activo donde una comunidad de monjes pertenecientes a la Orden Monástica de la Cartuja mantiene vivo el espíritu de San Bruno, su fundador.
Nacido en Colonia (Alemania) hacia 1030, San Bruno buscaba una vida de total consagración a Dios cuando se retiró, junto con seis compañeros, a un lugar remoto de las montañas alpinas del Delfinado llamado Chartreuse. Allí fundó un eremitorio en 1084 que daría origen a una de las órdenes monásticas más austeras y contemplativas del cristianismo.
Casi diez siglos después, los cartujos de Miraflores mantienen ese mismo espíritu de recogimiento. Su presencia continua ha permitido la perfecta conservación del monasterio y sus tesoros artísticos, aunque también implica ciertas restricciones para los visitantes. Actualmente, el público puede acceder únicamente al patio, la nave de la iglesia, la capilla de San Bruno y las capillas laterales, donde se encuentra una exposición permanente con las obras de arte más destacadas.
Esta combinación de vida monástica activa y extraordinario patrimonio artístico convierte a la Cartuja de Miraflores en un espacio único en España, donde el pasado medieval y la espiritualidad contemporánea conviven en perfecta armonía, permitiendo al visitante experimentar una conexión directa con nuestra historia y patrimonio cultural más valioso.