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Una verdura estrella para una receta sana y refrescante: una crema fría con cuatro ingredientes básicos

Descubre cómo aprovechar este alimento de temporada para preparar un plato refrescante y nutritivo ideal para los meses más calurosos del verano

personalgraphic.com / Unsplash

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Lluís Serrano
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El calabacín alcanza su punto óptimo durante los meses estivales, convirtiéndose en uno de los productos estrella de la temporada veraniega. Esta verdura, cuya temporada se extiende desde mayo hasta septiembre, ofrece su mejor sabor y calidad durante junio, julio y agosto, permitiendo la elaboración de numerosas recetas. Entre estas destaca una refrescante crema fría que, con apenas cuatro ingredientes, logra capturar toda la esencia y propiedades nutritivas de este alimento.

La simplicidad es la clave de esta preparación que solo requiere un calabacín, una cebolla, sal y aceite de oliva virgen extra. Este plato destaca no solo por sus escasos componentes, sino también por la rapidez con la que puede elaborarse, convirtiéndose en una alternativa perfecta para las comidas estivales. Sin embargo, existen diversas posibilidades para personalizar la receta según los gustos personales, como la incorporación de una patata para aportar mayor cremosidad o elementos como pimienta, nata o queso para intensificar su perfil de sabor.

Beneficios nutricionales de la crema de calabacín

El calabacín se caracteriza por su alto contenido en agua y bajo aporte calórico, convirtiéndolo en un ingrediente ideal para dietas equilibradas. Con apenas 16 calorías por cada 100 gramos, esta verdura aporta importantes cantidades de vitaminas A, C y del grupo B, además de minerales como el potasio y el magnesio. La crema resultante conserva prácticamente todas estas propiedades, constituyendo una opción nutritiva y ligera para las cenas veraniegas.

Variantes y formas de servir

Aunque la receta básica resulta deliciosa por sí misma, existen numerosas formas de adaptar esta crema a diferentes paladares. Puede servirse tanto caliente como fría, siendo esta última opción especialmente refrescante para los días más calurosos. Como guarnición, pueden añadirse trozos de pan tostado o semillas como las de calabaza o girasol, que además de aportar textura, incrementan el valor nutricional del plato. También es posible incorporar hierbas aromáticas como menta, albahaca o perejil para conseguir diferentes matices de sabor.

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