La estimulación magnética abre nuevas esperanzas contra el suicidio en pacientes con depresión resistente
Un estudio andaluz demuestra que el 61 % de quienes presentaban ideación suicida eliminaron por completo estos pensamientos tras 30 sesiones de neuromodulación

El psiquiatra del Hospital Virgen del Rocío y director del Instituto Andaluz de Salud Cerebral, Álvaro Moleón, realiza técnicas de neuromodulación como la Estimulación Magnética Transcraneal (EMT) - EFE
La Estimulación Magnética Transcraneal (EMT) se consolida como una de las terapias más eficaces para reducir el riesgo suicida en pacientes con depresión resistente. Un estudio realizado en los hospitales Virgen del Rocío de Sevilla y Juan Ramón Jiménez de Huelva, con 104 pacientes, ha demostrado que el 61 % de quienes presentaban ideación suicida activa o pasiva dejaron de tener pensamientos autodestructivos tras 30 sesiones de tratamiento. “Las ideas desaparecieron por completo y de forma muy rápida”, explica el psiquiatra Álvaro Moleón, director del Instituto Andaluz de Salud Cerebral y responsable de la investigación.
El protocolo aplicado consistió en la estimulación bilateral de la corteza prefrontal dorsolateral, con inhibición en el hemisferio derecho y excitación en el izquierdo. Según Moleón, se trata de un “gran éxito frente a un problema que no tiene tratamientos específicos consolidados”, especialmente si se compara con los resultados de terapias recientes como la esketamina. El especialista recuerda que el suicidio continúa siendo la primera causa de muerte entre jóvenes de 15 a 29 años en España, con más de 4.000 fallecimientos anuales, por lo que considera este avance un paso significativo en la prevención.
Además de la EMT, la investigación en neuromodulación explora nuevas vías como los protocolos acelerados —capaces de concentrar varias sesiones en un solo día—, la estimulación por ondas de choque aplicada al Alzheimer en fases iniciales y la estimulación transauricular del nervio vago mediante dispositivos similares a auriculares. Estas técnicas, señala Moleón, “abren un horizonte esperanzador” en el tratamiento de trastornos mentales graves, con potenciales efectos antidepresivos, ansiolíticos y anticonvulsivantes.