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Un parque eléctrico de agua, sol y viento que equivale a 4 nucleares

Los cuatro grandes ríos leridanos concentran uno de los grandes focos hidroeléctricos del Estado. El despliegue de las renovables replica y refuerza ese diseño energético

La central de Llavorsí inició el complejo de Tavescan y Montamara. - ENDESA

La central de Llavorsí inició el complejo de Tavescan y Montamara. - ENDESA

Lleida

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La potencia instalada en parques y centrales de energía de fuentes renovables de Lleida puede superar, si se cumplen las previsiones y se materializan los proyectos en marcha y/o en fase de tramitación administrativa, a la de cuatro nucleares y media: más de dos gigavatios (millones de kilovatios) los mueve el agua, más de uno y medio los activa el sol y casi otro más funciona con viento.

La superposición del mapa industrial de la península ibérica y el de su red eléctrica sitúan a la mitad septentrional y montañosa de las demarcaciones de Lleida y Huesca, al cercano nucleo central del Valle del Ebro (los cien kilómetros que van de la cola de Mequinensa a la presa de Riba-roja), a las cuencas mineras leonesas y a Extremadura como las áreas de producción intensiva de energía que nunca se beneficiaron de la planificación de implantaciones industriales.

Los núcleos de Barcelona, Euskadi (Bilbao, Barakaldo, Getxo, el Bidasoa y el Goierri), Madrid, Andalucía (Cádiz, Sevilla y Huelva) y Murcia (Cartagena y la capital) siempre fueron claras receptoras de energía, mientras que Asturias compaginó la minería con la industria del metal; Tarragona y el Levante, el peaje de las nucleares con las plantas químicas y el azulejo, y Galicia, las presas hidroeléctricas con la automoción y el textil.

Y nada apunta a que en el caso de Lleida eso vaya a cambiar a corto o medio plazo, ya que la intensidad con la que se están desplegando por su territorio las energías renovables la señalan como una de las zonas destinadas a suplir el próximo desenganche de las obsoletas centrales nucleares.

La primera central hidroeléctrica de Lleida, que también lo fue de Catalunya, entró en servicio en Capdella, en la cabecera del Flamisell, en 1914, solo cinco años después de que entrara en servicio la línea eléctrica del salto del Molinar a Madrid, de 240 kms, la primera de larga distancia de la península tras la pionera de 1901 entre el Molino de San Carlos y el centro de Zaragoza. La del Pallars medía 175 kms, y llegaba a Barcelona traspasar por La Pobla de Segur.

Hoy las líneas de alta, media y baja tensión que sobrevuelan Lleida suman una malla de varios miles de kilómetros por la que transita la producción de, entre otros generadores, las 60 centrales hidroeléctricas del Pirineo, con una potencia instalada de 2,18 GW. El principal foco está en el Noguera Pallaresa y sus afluentes, que concentran la mitad (1,1 GW) frente a 542 MW (megavatios, miles de kilovatios) del Ribagorçana, 275 MW del Segre y 254 MW del Garona.

Ese parque va a verse superado por el de las renovables, que se acercan a los 2.000 MW en fotovoltaica (1.169 autorizado y 34 operativos) y rondan los 600 (184 con permiso y 398 activos) en eólica. A esos volúmenes, que no incluyen los proyectos que lleva el Estado, se les suman otros 436 solares y 227 eólicos en trámite.

Antonio Turiel, experto en energía: «El problema no son las renovables sino su despliegue»

¿Qué pasó el lunes? ¿A qué se debió el gran apagón? 

El sistema eléctrico se desconectó de manera automática para evitar sobrecargas. El lunes hubo un problema de sobrecargas y, sobre todo, de inestabilidad. 

¿Es posible afrontar incidencias de ese tipo? 

Se trata de una cuestión técnica. La producción de electricidad se debe adecuar a los cambios que se van produciendo en la demanda, pero la energía fotovoltaica es inflexible. Necesita incorporar sistemas de estabilización, que es algo que ya existe aunque los aparatos tienen un coste elevado. El problema de la energía fotovoltaica es que no se adapta, o se adapta poco; que no responde a las fluctuaciones de la demanda.

El dinero siempre da pistas. A la hora que se produjo el apagón, tres cuartas partes de la energía que entraba en el sistema estatal era fotovoltaica y el precio de la electricidad era negativo, lo que supondría que las empresas debían pagar para verterla a la red. 

Eso requiere una explicación. Los productores de fotovoltaica siempre tienen incentivos para meter la energía que generan en el sistema, porque, ya sea por estar vinculados a PPA (Acuerdo de Compra de Energía) o a las subastas de potencia (previas), tienen un precio garantizado con independencia del mayorista que sale de las subastas diarias. Vierten todo lo que producen porque ganan siempre. 

En ese caso, la hipótesis de una desconexión masiva por el precio negativo pierde peso, ¿no? 

Hace tiempo que hay oscilaciones en la red, y el lunes las hubo media hora antes del apagón. Alguien debía haber avisado, y Red Eléctrica podría haber obligado a parar alguna producción. 

Desde varios ámbitos se apunta a la energía solar como la causante del apagón. 

El problema no son las renovables, sino el proceso de implantación de las renovables. Se está haciendo sin planificación, y eso es lo que ha causado el problema. Las instalaciones tienen que cumplir desde 2022 unos requerimientos muy estrictos para evitar las sobrecargas y la inestabilidad. El problema es lo que se instaló antes. 

Entonces, ¿puede haber más apagones? 

Estas cosas pasan, es lo normal. La red debe ser resiliente y adaptarse a estas contingencias. Siempre ha habido caídas de tensión, pero la de lunes fue tan grande que se cargó todo el sistema.

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